El obligado realismo de Urkullu

ABC 07/07/13

· El lendakari, empujado por la economía, aparca el soberanismo: el País Vasco perdería 13.000 millones al año si fuera independiente.

La economía ha oxidado el soberanismo en el PNV tras reinstalarse en el Gobierno vasco. Superada la etapa del fracasado «Plan Ibarretxe», el lendakari Íñigo Urkullu ha optado por plegarse al pragmatismo que imponen las circunstancias. Una actitud que contrasta con la deriva insistente del presidente de la Generalitat, Artur Mas.

Como para Cataluña, para el País Vasco la independencia supondría un empobrecimiento. De estar a la cabeza entre las autonomías españolas y claramente por encima de la riqueza media de los países de la zona euro, se vería relegado a una posición secundaria: su Producto Interior Bruto (PIB) caería en torno a un 20 por ciento, según coinciden en indicar diversos economistas. Esto contando con que, al menos de entrada, un País Vasco independiente se vería marginado de la UE y del euro.

Eso rebajaría su PIB en unos 13.000 millones de euros. La renta per cápita de los vascos caería en unos 6.000 euros al año, según los cálculos realizados por ABC a partir de esa estimación general de descenso del PIB. Como explica el economista Mikel Buesa, la secesión haría menos competitivas a las empresas vascas a la hora de exportar —incluidas las ventas al resto de España—; la salida del euro le obligaría a adoptar una nueva moneda «nacional» devaluada; se producirían fugas de capitales y empresas…

El economista del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ángel de la Fuente cree que la independencia tendría para el País Vasco incluso peores efectos que para Cataluña. «Tienen más que perder, porque se trata de una economía más pequeña que la catalana y, además, disfruta de un ventajoso régimen fiscal, el cupo, que les hace ser perceptores netos de subvenciones del Estado». De la Fuente considera que «en absoluto sería descabellado esperar una caída del 20 por ciento en el PIB del País Vasco si quedara fuera del euro».

Fuga de empresas: 70.000 empleos menos

La incertidumbre política y el temor a los efectos monetarios y a las desventajas comerciales conllevaría la pérdida de entre el 20 y el 25 por ciento de las medianas y grandes empresas. Una encuesta realizada por el propio Mikel Buesa en los tiempos del soberanista «Plan Ibarretxe» ya revelaba que una cuarta parte de las medianas y grandes empresas vascas apostaban por marcharse si prosperaba la secesión. Esto, a partir del actual tejido empresarial, significaría la pérdida de casi 400 empresas y la destrucción de unos 70.000 puestos de trabajo.

Menos ingresos: 1.400 millones menos

La caída del PIB, la destrucción de empleo y la fuga de rentas conduciría de inmediato a una fuerte merma de los ingresos por impuestos. Una Euskadi independiente vería perder del orden de 1.400 millones de euros anuales de recaudación fiscal respecto a la que obtiene en estos momentos.

Más gastos: El coste de construir un Estado

Y con esos ingresos reducidos, el País Vasco tendría que afrontar la costosa construcción de un Estado. Sólo en fuerzas armadas se le irían no menos de 1.500 millones de euros al año, y del orden de 200 millones adicionales en la estructura de política exterior.

Déficit estructural: 5.000 millones de euros al año

Con más gastos y menos ingresos, la Euskadi independiente se enfrentaría a un déficit estructural de al menos 5.000 millones al año. Le obligaría a una escalada de endeudamiento público. Y para amortiguarla tendría que recortar gastos —servicios y estructura pública—. Además, cabría que España exigiera al País Vasco que asumiera la parte proporcional que le toca en la deuda acumulada por la Administración del Estado. Eso le supondría tener que asumir en estos momentos unos 43.000 millones de euros de deuda pública adicional.

Junto a la que ya tienen el Gobierno autónomo y el resto de administraciones públicas del País Vasco, en caso de independizarse partiría con una deuda pública de unos 53.000 millones de euros. En un horizonte a diez años sería una deuda pública no inferior a los 70.000 millones de euros, en torno al 130 por ciento del PIB que tendría la Euskadi independiente.

ABC 07/07/13