JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Esta lógica es implacable y no se detiene ni ante lo más sagrado civilmente, que era la memoria de las víctimas del terrorismo

Suscribo lo último de Ignacio Camacho y colijo: si el sanchismo gana las generales, la Constitución será papel mojado. No pudiendo alcanzar ni en sueños ninguna de las dos mayorías reforzadas que requiere la reforma constitucional, según materias, la lógica del sanchismo empuja a la muerte de la democracia liberal en España. Es inevitable. Quedará el cadáver maquillado del sistema que nos proporcionó larga prosperidad y libertades, y que tan ingratamente aborrecen o desprecian los arbitristas. ‘Inevitable’ puede parecer un adjetivo excesivo, pero no lo es, puesto que no se basa en una alegría de columnista sino en la pura lógica. Allá voy: el sanchismo es la unión estratégica de un partido que ha gobernado la mayor parte de la democracia con todos los grupos que ambicionan romper el sistema por distintas vías. Los hechos demuestran que el partido grande no está engañando a sus socios sino a todo el resto de españoles; que acomete efectivamente reformas de calado que colocan al Estado en indefensión ante el tipo de ataques que los socios pequeños ya han perpetrado, justificado o anunciado.

Esta lógica es implacable y no se detiene ni ante lo más sagrado civilmente, que era la memoria de las víctimas del terrorismo. He ahí el traspaso de las competencias de prisiones al País Vasco y el traslado de terroristas para que los carniceros disfruten de beneficios penitenciarios y los pueda agasajar la canalla en sus pueblos. He ahí cómo la Justicia, último dique de contención, nunca ha sufrido más presiones, descréditos, ofensivas contra las personas de los jueces. He ahí la indecorosa rebatiña para hacerse con la mayoría en su órgano de gobierno, a costa de enseñarle las vergüenzas al pueblo. He ahí, a la vista, el objetivo principal, que es contar con un Tribunal Constitucional cómplice del sanchismo, cómplice del desarme del Estado, cómplice de lo que haga falta para satisfacer las exigencias de los legatarios políticos del terrorismo etarra, de los golpistas catalanes, de los supremacistas vascos subidos al privilegio y al chantaje como modo de vida, de la extrema izquierda.

Abrazada, comprometida en su destino, la tripulación del barco pirata es consciente de que la supervivencia de su artefacto estratégico depende de la supervivencia de cada uno de sus componentes. A todos hay que echarles carne fresca cada cierto tiempo. No son Teruel Alpiste, estos se alimentan de miembros descuartizados de la Nación y de la democracia. Con hambre, vuelan la nave. La estrategia tiene un valor enorme para el PSOE. Tanto como para estar dispuesto al desmontaje de lo mejor que ha hecho en su historia, que es colaborar en la Transición. El valor radica en impedir la alternancia para siempre, mientras el cadáver de la Constitución, coloreado por un Pumpido cualquiera, observa mudo el desastre con los ojos muy abiertos, los párpados separados por palillos.