KEPA AULESTIA-El CORREO

  • Cada coincidencia con el Gobierno español permite a la izquierda abertzale desentenderse un poco más de su pasado, homologándose al resto del arco parlamentario

La insistencia de Pedro Sánchez en negociar con todos los grupos parlamentarios para conseguir la aprobación de los Presupuestos 2021 llevó el miércoles al presidente del EBB a criticar la subasta en que puede convertirse la tramitación de las Cuentas del Estado. Pareció que era Andoni Ortuzar quien pegaba el «golpe en la mesa» que le aconsejaba dar al presidente para enderezar a Unidas Podemos. Y que la razón principal de su advertencia era el incordio que para los jeltzales puede suponer la conversión de EH Bildu en compañero de viaje de Sánchez de la mano de Pablo Iglesias. Especialmente si la izquierda abertzale clona el papel desempeñado por el PNV ante los gobiernos en minoría de los socialistas; hasta reproducir en sus enmiendas a los Presupuestos las demandas de la «derecha neoliberal nacionalista».

No es casual que Aitor Esteban saliese ayer al paso del sobresalto, avanzando la existencia de acuerdos que apuntan a un voto favorable a los presupuestos. El PNV necesita apretar en la negociación para evitar que «los acuerdos se pierdan o cojan polvo en los ministerios», como denunció Ortuzar el miércoles. Pero al mismo tiempo necesita dar el ‘sí’ a Pedro Sánchez antes de que lo haga EH Bildu. No sea que al final -y exceptuando la continuidad impositiva sobre el diésel- tenga que repartirse los réditos de la negociación con la izquierda abertzale porque ésta acaba cogiéndole la delantera. Aunque asoma también una inquietud de mayor alcance.

La normalidad con la que Sánchez concede juego a EH Bildu acorta sobremanera los tiempos para que cobre verosimilitud la eventualidad de que en Euskadi surja una mayoría política que prescinda del PNV. Cada coincidencia con el Gobierno español permite a la izquierda abertzale desentenderse un poco más de su pasado, homologándose al resto del arco parlamentario. No pretende más, por ahora.

Desde su gestación, la izquierda abertzale ha contado con su propio ‘péndulo patriótico’. Cuando se sentía cercada, recurría al entendimiento con los jeltzales. Y cuando se veía en condiciones de «negociar con el Estado», dejaba de lado al PNV para erigirse en representante exclusivo de Euskal Herria ante Madrid. En este último período, EH Bildu echó mano de ERC en marzo de 2019 para conformar una alianza de cara a la actividad en el Congreso y el Senado.

Hace unos días Otegi contó con la sonora bienvenida de Pablo Iglesias al acuerdo Presupuestario. Y ya ahora la izquierda abertzale puede sentirse en condiciones de moverse sola por la corte madrileña, mientras se regocija con los enfados jeltzales. Resulta significativo que eso haya sido suficiente para que EH Bildu aparque su agenda independentista.