Que el nacionalismo vasco ha decidido uncir su destino al llamado Plan Ibarretxe se puede comprobar con gestos y movimientos que han sorprendido a los vascos no nacionalistas, aunque en Madrid se ignoran. Ahora, los dirigentes del PNV ofrecen sus sonrisas a los hermanos separados de Eusko Alkartasuna, a los mismos a los que difamaron y persiguieron con una saña cainita.
En esta hora decisiva, la consigna de la Sabin Etxea, la sede del PNV, es reforzarse como el partido único que englobe a todos los abertzales. Se dispone de los medios: la figura del lendakari, las principales consejerías e instituciones y los Presupuestos. Por un lado, Batasuna ha sido ilegalizada por el Gobierno español y varias docenas de miles de sus votantes se han pasado a la coalición PNV-EA captados por la promesa de tocar, por fin, la Tierra Prometida. Por otro, queda la menguante Eusko Alkartasuna, rebasada en extremismo verbal por los tenores peneuvistas. Si se consigue que la mayoría de sus militantes y votantes se integre en el PNV, éste recuperará su condición de columna del nacionalismo, que perdió con el nacimiento de ETA.
En la manipulación de las personas, el PNV se asemeja más a un grupo leninista que a otro democristiano, que es el traje ideológico que vestía cuando paseaba por Europa. En los años 80, tocó odiar a quienes optaban por Carlos Garaicoechea en vez de por Arzallus, pero si hay que volver a invitarles a ir de potes se hará. En esa época hubo familias rotas hasta el punto de dividirse los panteones, así como despidos a causa de la riña. A los de EA no se les dio cuartel. El PNV votó en 1991 como alcalde de San Sebastián a Odón Elorza, pese a que la primera lista había sido la de EA (el candidato de entonces ha regresado al PNV).
Desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la frágil alianza vasca de demócratas contra terroristas ha cambiado de separatistas contra españoles y, en consecuencia, el PNV trata de crecer mediante la absorción de abertzales de todas las tendencias. Resultado de este plan ha sido el cambio de lenguaje de sus políticos y publicistas. Uno de los mayores enemigos de Javier Arzallus fue Antón Ormaza. Éste es un veterano militante de Bermeo que llegó a la presidencia del Bizkai Buru Batzar y tuvo enfrentamientos sonados con Arzallus; por ejemplo, durante su mandato de diputado en las Cortes de 1977 le acusó de entregado al poder opresor. Luego, el guipuzcoano logró su expulsión del PNV en un proceso propio de las purgas estalinistas. Sin embargo, en mayo, con motivo del octogésimo cumpleaños de Ormaza, el depurador y varios de sus ayudantes, como Iñaki Anasagasti y Luis María Retolaza, firmaron en el Deia un cariñoso artículo de homenaje. Añádase que el citado periódico ha vuelto a abrir sus páginas a los militantes de EA.
El último episodio de este acercamiento lo ha constituido la conmemoración del XXV aniversario de la muerte de Juan Ajurriaguerra, el presidente del BBB que en 1937 pactó la rendición de los gudaris a los fascistas italianos. Ajuriaguerra es una figura que reivindican los nacionalistas de PNV y de EA y que, por tanto, puede contribuir a su unión. Íñigo Urkullu, presidente del BBB y personaje de influencia creciente en el PNV, aprovechó la efeméride para hacer hablar al difunto. Según él (Deia, 25-8-2003), Ajuriaguerra era �una persona muy abierta al debate y al diálogo, como también está demostrando serlo el lendakari Ibarretxe�; y añadió que habría apoyado la propuesta de dinamitar el Estatuto y la Constitución.
En los próximos días asistiremos a nuevos galanteos y cortesías, que pueden terminar en boda.
Pedro Fernández Barbadillo, LIBERTAD DIGITAL, 15/9/2003