El proceso independentista instala a Cataluña en la parálisis legislativa

ABC 04/01/16

· La clase empresarial lamenta la falta de política económica por parte de la Generalitat

«Es como si nos hubiesen puesto en una olla con agua fría. La han empezado a calentar, y cuando nos hemos querido dar cuenta el agua ya hervía: embarcados hacia la independencia y sin gobierno». Un alto directivo de una multinacional extranjera afincada en Barcelona describía de esta manera a ABC la percepción que en el mundo económico se tiene del «proceso». Nadie pensaba que se fuese a llegar tan lejos –«muchos creyeron que solo era una estrategia para negociar con Madrid», añade el mismo empresario–, una equivocada percepción que la declaración pactada entre Junts pel Sí y la CUP aprobada el pasado 9 de noviembre y la negociación posterior (fallida) con los antisistema hizo evidente de manera dramática. Ahora, ante la perspectiva de unas nuevas elecciones en marzo, las cuartas desde 2010, la sensación se agrave.

La metáfora del agua hirviendo y la falta de gobierno es aplicable, de hecho, desde que tras el adelanto electoral de 2012 CiU –entonces aún federación– tuvo que recurrir a ERC. Aún con el recuerdo de la gestión de los republicanos durante el tripartito, la clase empresarial y los sectores más templados del nacionalismo ya alertaron de que el «proceso» entraba en fase de radicalización, todo ello en medio de una parálisis legislativa clamorosa.

La percepción, sin embargo, era de que mientras fuese Artur Mas quien estuviese al frente no se cruzarían ciertas «líneas rojas», es decir, no se iría más allá de los cauces del pacto y de la legalidad buscando soluciones «unilaterales», ni tampoco se haría una política económica en sintonía con un paratido que se proclama anticapitalista.

Lo cierto es que todo ello ha saltado por los aires con el acuerdo entre JpS y la CUP –ahora frustrado en cuanto a la investidura–, el remate a unos años en los que todas las energías se han canalizado hacia la ruptura con España. La política económica no solo no quedó relegada, sino que acumuló fiascos continuos, empezando por una fallida política de privatizaciones (ATLL).

Panorama desolador
En este sentido, las organizaciones económicas son unánimes a la hora de lamentar que Cataluña ha perdido estos años una oportunidad magnífica para fortalecerse en un momento en el que se comienza a tomar impulso económico. El balance legislativo y de acción de gobierno es en este sentido desolador: apenas media docena de leyes aprobadas en los últimos años. En 2013, por ejemplo, solo se aprobó una ley, mientras que en 2014 la de mayor relevancia fue la de Acción Exterior (recurrida por el Gobierno), pensada de manera prioritaria para impulsar el proceso soberanista.

«Se olvidaron de gobernar», explica a este diario un empresario que suscribe punto por punto la postura de la patronal de la gran empresa Fomento del Trabajo, que a través de su presidente, Joaquim Gay de Montellà, siempre ha lamentado que la acumulación de adelantos electorales y el propio proceso han sumido al Govern en una interinidad permanente en los últimos años. Con nuevas elecciones, todavía más.

Así, poco antes del 27-S, Fomento emitía una nota haciendo una serie de recomendaciones a los partidos, donde además de resaltar la inconveniencia de seguir con los planes rupturistas se instaba a la Generalitat a gobernar. Tan simple como eso. La patronal apuntaba en concreto a acometer sin más demora una decidida política en materia fiscal, industrial o de infraestructuras. Desde Fomento se recordaba a ABC que de las «cien propuestas» concretas que lanzó la patronal antes de los comicios de 2012, también en forma de nota preelectoral, «no se ha hecho nada». Parálisis total.

Analistas consultados por este diario coinciden en señalar que es imposible cuantificar el impacto económico de esta ausencia de política, del mismo modo que nunca se podrá saber cuántos proyectos de inversión se han frenado, o pospuesto, por el clima de inestabilidad política. La Generalitat niega a este diario que se haya producido tal frenazo inversor. Lo que sí está claro es que la perpectiva de unos nuevos comicios no suma en esta dirección.