ABC 31/01/14
IGNACIO CAMACHO
· Los problemas de cohesión en el PP revelan una crisis de modelo. Cumplir el déficit no es un proyecto político
Cumplir el déficit no es un proyecto político. Gran parte de la tensión interna que vive la derecha española se debe a un error de (minus) valoración sobre el grado de exigencia moral de su electorado. Concentrado en la emergencia económica, el Gobierno ha preterido la cohesión ideológica que sostenía el modelo de partido creado por Aznar y lo ha situado al borde del colapso o de la fractura. El aznarista tampoco era un patrón dogmático; se trataba de una especie de coalición de tendencias –liberales, democristianas, moderadas y conservadoras– aglutinadas en torno a un programa reformista y un núcleo de identidad común basado en una fuerte conciencia nacional de España. Las víctimas del terrorismo personificaban la solidez de ese concepto unitario al resistir hasta el martirio el embate de la violencia rupturista. Su potente papel simbólico del patriotismo constitucional ha quedado en entredicho por desidia, torpeza o descuido del marianismo en un momento de especial delicadeza, cuando la desaparición de la amenaza criminal exigía sumo cuidado en la preservación del sentido del sufrimiento y de la idea misma de justicia histórica.
Esta presión sobre las junturas del PP es la evidencia de una crisis de proyecto. El de Aznar, que tenía la legitimidad fundacional, se desgasta, se diluye y se resquebraja, y el de Rajoy no acaba de aflorar bajo su esfuerzo pragmático de estabilización de la economía, que pese a su éxito objetivo se halla aún en una fase inicial, fuera del alcance de las devastadas clases medias que representan el principal bastión sociológico del centro-derecha. Para cohesionar una mayoría social se necesita algo más que el mero ejercicio pragmático del poder: es preciso trazar un horizonte, un esquema doctrinal, un lazo sentimental, y respetarlo. Este Gobierno ha ofrecido una sensación –más aparente que real, pero muy extendida– de debilidad ante los desafíos a la idea de España, que es su elemento de convicción más potente, y al desdecirse de su propio programa ha olvidado que un partido-contenedor de amplio espectro requiere de al menos un emblema ideológico que le otorgue consistencia.