TONIA ETXARRI-EL CORREO

Se han lanzado en plancha. A medida que se aproxima la fecha de la cita con las urnas en la comunidad de Castilla y León, el ruido entre el PSOE y el PP incrementa sus decibelios. Los socialistas, para evitar que unas elecciones que se temen desfavorables no trasciendan del ámbito autonómico. Los populares, justamente para lo contrario: para proyectar esa batalla electoral a escala nacional. Tal como hizo Isabel Díaz Ayuso en Madrid y que le funcionó tan bien. La decisión del PP de llevar hasta Bruselas su ofensiva contra el Gobierno de La Moncloa para denunciar el sistema opaco del reparto de los fondos europeos ha descolocado a Pedro Sánchez. El campeón del «no es no» cuando él estaba en la oposición acusa al centro derecha de «negacionistas» y «desleales». El caso es que la sombra de la duda por el mal uso de los fondos europeos está a punto de desplazar del foco la deslealtad del ministro Garzón que ha dado tanto juego desde que se dedicó a poner a caldo a nuestro mundo rural en la prensa británica.

En el entorno de La Moncloa se rasgan las vestiduras diciendo que no existen precedentes de que la oposición vaya a airear los trapos sucios domésticos al ámbito europeo. Pero lo que no tiene precedentes es que el Gobierno haga un uso arbitrario de los fondos europeos ocultando, además, su sistema de elección. Eso es lo que quiere explicar el PP en Bruselas. Que el Gobierno de España está actuando de espaldas al Congreso. Sin informar ni consultar a los diputados, como hacen en Italia o Francia. Pedro Sánchez no tiene ningún interés en que le fiscalice la oposición. Por eso se negó a crear una agencia independiente que garantizase la transparencia en la adjudicación de los fondos; también rechazó la creación de una comisión parlamentaria. Y ahora la oposición ha visto que sus recelos tenían fundamento al saber que el primer reparto de los nueve millones de euros entre las comunidades autónomas han ido a parar a los territorios donde gobiernan los socialistas (solos o en compañía). Valencia, Extremadura, Navarra y Euskadi. ¿El que parte y reparte se queda con la mejor parte? Los gobiernos autonómicos del PP han pasado a la ofensiva. Lo que no tiene precedentes en Europa es un reparto de fondos a ‘dedazo’, insiste el PP. Si las primeras asignaciones de las ayudas europeas ya han merecido recursos judiciales, cabe pensar que les espera a los jueces una ingente tarea para resolver litigios sobre próximos repartos. El ministro Bolaños ayer quiso soltar a las vacas del pueblo para ridiculizar al PP («mejor que hablen las vacas con las que el PP se hace las fotos»). Así están. Queriendo fijar la idea de que los populares son tan antipatriotas que quieren boicotear los fondos, cuando en realidad están pidiendo un trato igualitario. Sánchez está contrariado porque es consciente de que el ‘Garzóngate’ ha dado muchas bazas al PP de Mañueco en la campaña de Castilla y León y Casado se ha venido arriba. Las siguientes elecciones serán las andaluzas.

Cuando un gobierno se percata de que llega un momento en que la propaganda, por muy insistente que sea, no traspasa, recurre a la exageración desesperada. «España es el primer país en todo y el PP está en contra». Frases de este tipo, pronunciadas por el flamante ministro de la Presidencia, sonrojarían a un niño pequeño. ¿Es incompetencia, dejadez o descaro? Quizás un exceso de confianza de Sánchez en que, al final, sus votantes se tirarán con él por un barranco, como Iván Redondo. Nos queda Europa. Tal como están las cosas, es un alivio.