Carlos Herrera-ABC
Este relator a tanto la pieza tiene la misma fiabilidad que el letón del Consejo de Europa
¿Donde hay que apuntarse para ser relator de la ONU? Afino algo más: ¿dónde hay que apuntarse para ser relator de cualquier cosa y que parezca que eres de la ONU, aunque nunca te hayan visto por allí? De conseguir el empleo tienes garantizado un sueldo a la medida del embuste que quieras suscribir y unos cuantos días a cuerpo de rey cortesía de tus empleadores. Eso sí, hay que afirmar categóricamente que los niños se mueren de hambre en las calles de España o que las cárceles españolas están pobladas de presos políticos. No parece mucho.
Con Ábalos en la tostadora, pasó inadvertido el estreno de Iglesias como vicepresidente. Se plantó en el Congreso con un informe de un
redicho relator especial de la ONU (?) para la pobreza que se ha pasado 15 días por los lugares más deprimidos de España para decidir que nuestro país es un pozo de miseria como producto de varias decisiones políticas. Ni que decir tiene que el susodicho individuo no es personal de la ONU, sino un sujeto que trabaja de forma voluntaria y a título personal, y cuyo análisis está basado en algo tan poco científico como «investigaciones previas» que no son sino exámenes exhaustivos de la información pública disponible, más cuarenta entrevistas telefónicas y cuarenta escritos aportados por personas afectadas por la pobreza.
Para entendernos: este relator a tanto la pieza tiene la misma fiabilidad que el letón del Consejo de Europa -una concentración mafiosa de trascendencia épica- que vino a interesarse por los presos sediciosos y que ni siquiera se había leído la sentencia del 1-0. Uno y otro son relatores movilizados a instancias de parte y, obviamente, dirán lo que le pide su pagador. Vienen a apoyar una causa política concreta, vistiéndola con la respetabilidad de la institución a la que dicen que representan y a la que les vinculan. El relator citado por Iglesias -que a su vez también va a ser «relator» en la negociación catalana por la autodeterminación, lo cual da mucha tranquilidad a los constitucionalistas-, planteó una misión deliberadamente sesgada: si solo vas a lugares con problemas y solo usas como documentación los escritos de personas afectadas por la pobreza, lógicamente elaboras un informe muy dramático e impactante, pero poco respetuoso con la evolución real de los hechos. Los datos del Instituto Nacional de Estadística que deliberadamente ha ignorado aquí el amigo dicen, entre otras cosas, varias de interés colectivo: que la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social en España ha descendido de forma sostenida desde 2014 -del 28% al 25%-; que los ingresos que más han aumentado entre 2014 y 2018 han sido los tramos de población con renta más baja -por ejemplo, en el segundo tramo de renta más baja el crecimiento fue del 20%, más del doble que en el tramo más alto-; o que el índice GINI que mide la desigualdad también ha mejorado cuando salimos de la crisis.
Nadie en su sano juicio puede negar que en España existen problemas sociales y situaciones del todo punto dramáticas, pero no es cierto que no haya habido recuperación ni que ésta no haya llegado a las clases más vulnerables. Precisamente esas clases son las que más han mejorado sus ingresos en términos relativos. ¿Cuál ha sido la razón?: pues que en España, a partir de 2014, se crearon cientos de miles de puestos de trabajo cada año. Lógicamente, cuando asoman fantasmas de contracción económica y síntomas preocupantes de destrucción de empleo por culpa de la demagogia profesional de un gobierno en el que están contadas las cabezas medianamente amuebladas, la posibilidad de volver a las andadas debería preocupar al «relator» tanto como a los ciudadanos, mucho más, evidentemente, que todos los informes parciales que le pase Pablo Iglesias o cualquier elemento de su cuadrilla.