EL MUNDO – 30/08/15 – EDITORIAL
· Si algo hemos sacado en limpio tras años de deriva independentista en Cataluña es la desfachatez con la que los separatistas falsean la realidad. Artur Mas lleva tiempo tergiversando el pasado y el presente, por lo que ya no nos sorprende su discurso, que desgraciadamente ha sido asumido por dirigentes de otras comunidades. Es el caso del presidente del Consell de Mallorca, Miquel Ensenyat, que defiende la independencia balear argumentando que «ser españoles nos sale muy caro».
Ensenyat, miembro de la coalición de izquierdas Més per Mallorca (MÉS), secunda el falaz victimismo de Mas del Espanya ens roba y lo aplica en Baleares: «Una cosa es ser solidario y otra, hacer el gilipollas», afirmó a EL MUNDO en referencia a la financiación autonómica. Se olvida el president del Consell de las veces que el Fondo de Liquidez Autonómica ha salido al rescate de las islas. Peor aún, obvia que España es un Estado integrado por unas regiones cuya autonomía financiera está basada en los principios de solidaridad territorial que garantizan la igualdad entre todas. Y quizás alguien debería recordarle que quienes pagan impuestos son los ciudadanos, no los territorios.
Lo cierto es que Ensenyant ha llegado al poder merced a un cambalache político de partidos con escasa homogeneidad. En los comicios al Consell de Mallorca, los mallorquines otorgaron una clara victoria al PP, con diez consejeros, seguido del PSOE (7), MÉS (6), Podemos (5), Proposta per les Illes (3) y Ciudadanos (2). Sin embargo, para evitar que gobernaran los populares se formó un pacto entre PSOE, Podemos y MÉS que entregó la gestión a la tercera fuerza más votada. Un acuerdo disparatado –sólo basta ver su dispar arco ideológico– que, además, dista mucho de la responsabilidad institucional que se le presupone al PSOE.
Desde el 24-M, los socialistas han asumido –de forma acrítica– en varias plazas programas mucho más escorados a la izquierda que el suyo y recetas económicas perniciosas para nuestro sistema con tal de tocar poder. Si sigue así perderá, aún más, la confianza de unos ciudadanos que anhelan su papel vertebrador. Sería una buena noticia que, por lo menos, el PSOE dejase de encumbrar a partidos que buscan destruir la unidad de España; empezando, de una vez, a distanciarse de ellos y a abrazar la centralidad y la lealtad constitucional que tanto defiende su líder Pedro Sánchez.