El tiempo perdido de Urkullu

TONIA ETXARRI, EL CORREO 22/04/13

· La oposición se muestra convencida de que el lehendakari no quiere ayuda parlamentaria a pesar de su minoría.

El Gobierno vasco tendría que estar ya negociando con la oposición parlamentaria los Presupuestos del 2014, dado el avance del calendario, pero el lehendakari Urkullu sigue lastrado por la inercia de su primer año. Sus reiterados mensajes sobre el consenso y el acuerdo no evidencian otra cosa que su incapacidad para negociar las cuentas, cuando estamos ya a mitad del ejercicio, y su falta de asimilación de su minoría en la Cámara vasca. Tiempo perdido. Esa es la percepción y el reproche en el que coinciden todos los grupos que han justificado su rechazo a las cuentas del lehendakari.

Con la presentación de la enmienda a la totalidad que escenificará hoy el PP de Basagoiti, el juego de mayorías vuelve a situar al Gobierno nacionalista ante el espejo de su soledad parlamentaria. El consejero de Hacienda volverá a hacer una ‘ronda apurada’ esta semana, pero la oposición insiste en que se reúnen pero no negocian. La coincidencia del PSE, EH Bildu y UPyD en reclamar que el Parlamento vasco decida sobre política fiscal (y no las Juntas Generales como prevén la Constitucion y el Estatuto) pudo haber ofrecido, la semana pasada, una imagen distorsionada del equilibrio de fuerzas en el hemiciclo de Vitoria. Ni UPyD tiene que ver con la izquierda abertzale, ni el PP le va a salvar del apuro al PNV. Por lo tanto, si no hay sorpresas de última hora, Urkullu tendrá que prorrogar sus Presupuestos –de hecho llevamos ya medio ejercicio con las cuentas prorrogadas– y empezar a negociar los del 2014 desde este verano si no quiere seguir perdiendo el tiempo y volverse a encontrar con una situación de marcada debilidad.

Esta semana habrá movimientos, pero se producirán pocos avances. Con las cuatro enmiendas a la totalidad, ¿tiene sentido que el lehendakari se someta al debate parlamentario el próximo viernes, tal como está previsto? Es una pregunta recurrente que solo puede encontrar una respuesta afirmativa. Tiene sentido. Escuchará los reproches cimentados en su incoherencia entre lo que predica y lo que practica. Pero Urkullu tiene pensado su guión desde que sus colaboradores más distinguidos empezaron a decir que la prórroga no tendría que ser «ningún drama». Bien es cierto que podría decidir, en Consejo de Gobierno, prorrogar las cuentas y anunciar su decisión mañana mismo en la habitual comparecencia del Gobierno ante los medios. Pero es ésa la ocasión más idónea para este lehendakari que, con sus 27 parlamentarios (de 75), ha trasladado a la oposición la responsabilidad de la falta de acuerdos. Una oportunidad para volverse a quejar de que sus sueños no se han podido realizar por culpa de los demás.

Pero ni las propuestas del consejero de Hacienda ni el último documento del lehendakari han reflejado movimientos de negociación. Se establecen citas, cierto; se reúnen, desde luego. Pero ante un tablero sin piezas. De ahí que tanto el PP como UPyD estén cuidando sus formas (Basagoiti no quiere bloquear, Maneiro dispuesto al diálogo) para explicar a los ciudadanos que si un Gobierno no logra sacar adelante su plan presupuestario, la responsabilidad es solo suya. En el fondo todos coinciden en concluir que Urkullu no tiene interés en pactar sus Presupuestos, de la misma forma que no mostró ninguna disposición a gobernar con la ayuda de otra fuerza política.

Cuando se entrevistó con Rajoy ni siquiera le habló de sus Presupuestos porque los daba por amortizados, aunque Basagoiti ve que, con la prórroga, la capital alavesa podría perder dinero, y asegura que no le queda más remedio que pedir su devolución.

De los socialistas muy poco puede esperar ya porque ni siquiera se han molestado en presentar enmiendas parciales. Y, ademas, para sorpresa del PNV, no tienen prisa. Han puesto todas sus bazas en la enmienda a la totalidad porque no quieren «parches de última hora». El partido de Patxi López, que está viviendo en patio propio el terremoto interno del PSOE desatado por el profundo desgaste de su principal valedor, Alfredo Pérez Rubalcaba, quiere ofrecer una imagen de marcado perfil socialdemócrata ante la política económica del PNV. El exlehendakari lo repite . No quiere un acuerdo técnico sobre cómo distribuir los recortes. Quiere esos grandes pactos que, hoy por hoy, no está dispuesto a ofrecer el Gobierno nacionalista.

Con EH Bildu, que acaba de protagonizar un enfrentamiento en Legazpi al haberle acusado de querer boicotear una consulta popular sobre el cuestionado sistema de recogida de basuras «puerta a puerta», la imposibilidad de concertar acuerdos presupuestarios quedó expresada hace ya tiempo.

A UPyD, que hubiera representado la ‘llave’ de la mayoría con el voto de su único parlamentario si el PP no hubiese presentado su enmienda a la totalidad, le molesta que se espere de su grupo «un cambalache». Maneiro habla de «falta de respeto parlamentario» del equipo de Urkullu porque, después de exponer una de sus 16 condiciones (cortar la asignación económica a las ikastolas francesas), el Gobierno vasco estaba firmando un convenio de colaboración con las entidades aludidas.

Esta ‘no gestión’ del PNV de Urkullu, que dedicó un año a presionar al Gobierno anterior para adelantar las elecciones porque Euskadi necesitaba urgentemente unas nuevas cuentas, apunta en clave de estrategia partidista. Es decir, situarse en el centro. A costa de lo que sea: inestabilidad institucional o fracaso presupuestario. Con tal de no alinearse con otra fuerza política. Quiere acuñar esa imagen de marca centrista mirando a elecciones futuras.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 22/04/13