El torero portugués

ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 15/03/16

· Comprendo el malestar de Ciudadanos con el Partido Socialista, después de que Pedro Sánchez haya anunciado que hoy verá al presidente Puigdemont. Lo que me sorprende es que sea un malestar tan tibio. PSOE y C’s firmaron hace semanas una declaración de intenciones que la prensa hiperbólica calificó de pacto. En la declaración no se aludía, como es lógico, a las personas que puede y no puede ver don Pedro Sánchez Castejón. Ni tampoco lo que puede y no puede hablar con las personas a las que trate.

De ahí que resulte ridículamente sobreactuado que C’s haya dicho que queda prohibido hablar del referéndum, aludiendo a la declaración firmada. Una declaración, debe decirse, bastante negligente en el párrafo de referencia: «Oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España». Como se deduce en ese párrafo, hay espacio suficiente para colar un referéndum, consulta o sondeo emocional, partiendo de la base de que un referéndum como el que se pretende no impulsa la autodeterminación sino que la ejecuta.

Más que prohibiciones, y dramitas, lo que convendría es que C’s meditara las circunstancias y el formato en que se produce esa entrevista. Puigdemont es el presidente nacido de una nítida deslealtad institucional hacia el Estado español, reafirmada en su discurso de investidura y puesta en práctica en las diversas iniciativas gubernamentales y parlamentarias que ha promovido. Como la Generalidad es una institución fallida el presidente debe compensar su deslealtad con cíclicas súplicas de entendimiento con el Estado español, a fin de evitar que la ruina moral, económica y política de la institución no le caiga encima, con sus cascotes.

El doble juego cuenta con el asentimiento del Gobierno del Partido Popular, que sigue tratando a los nacionalistas como siempre los trataron los partidos españoles: con complejo, deferencia y complicidad. Y no me hará mentir la última muestra del buen ministro De Guindos, un hombre, por cierto, que habrá sufrido mucho en la vida, pero nunca como hablando de economía con el profesor Junqueras.

Sánchez es un socialdemócrata de manual, de los que aprovechan las grietas que inevitablemente deja el ejercicio de las convicciones. Sobre esa tierra removida posa y posará siempre, afectado, inane y solícito, como el que reclama toros a la portuguesa. Una provechosa ley de los acuerdos, incluidos los sentimentales, dicta la inutilidad de pretender cambiar al otro. Pero también exige decirle siempre la verdad sobre su conducta.

ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 15/03/16