ANDONI PÉREZ AYALA-EL CORREO
- Después de seis comicios regionales en dos años, los resultados del 19-J en Andalucía repercutirán en el incierto escenario político nacional
Las autonómicas andaluzas del domingo completan, por el momento, un ciclo electoral autonómico que en esta ocasión, más que en ninguna otra, ha sido particularmente movido. Nada menos que seis elecciones regionales se han sucedido en menos de dos años: Galicia y Euskadi, en julio de 2020; Cataluña y Madrid, en febrero y mayo de 2021; y este año Castilla y León (febrero) y ahora Andalucía. A salvo de que pueda haber alguna otra más, lo que no puede descartarse y menos en una situación tan imprevisible como la que vivimos, las sucesivas citas con las urnas aportan algunos datos de interés sobre la reconfiguración del mapa político.
Los comicios andaluces presentan rasgos distintivos. En primer lugar, porque se trata de la comunidad con mayor peso demográfico de España, un dato a tener muy en cuenta. Pero, sobre todo, porque es allí donde se produjo, en 2018, el cambio político más importante al conformarse una nueva mayoría parlamentaria y, por consiguiente, un nuevo Gobierno de signo distinto al que existía desde las primeras autonómicas (1982). En este contexto, estas elecciones pueden servir para comprobar si el cambio producido se consolida o, por el contrario, no pasa de ser un paréntesis pasajero.
Hay otro factor a tener en cuenta: la repercusión que los procesos electorales autonómicos están teniendo a escala estatal, lo que siempre ha ocurrido, pero que ahora está teniendo mayor relieve como consecuencia del efecto combinado del incierto escenario estatal y la sucesión continuada de citas autonómicas. Además de las denominadas ‘nacionalidades históricas’, donde habitualmente los procesos electorales siempre tenían repercusiones estatales, lo ocurrido últimamente en los comicios en Madrid y en Castilla y León (que por primera vez se celebraron sin coincidir con los locales y los de otras comunidades) constituye una muestra palpable de que también éstas tienen consecuencias, y no precisamente baladíes, en el ámbito estatal.
Lo más previsible es que las de Andalucía vayan a tener también repercusiones nada desdeñables a escala nacional. Ya las están teniendo a lo largo del proceso electoral en curso, que tanto o más que para tratar sobre las cuestiones propias y específicamente andaluzas están sirviendo para tomar posiciones en las contiendas que se están dirimiendo, y que se van a dirimir próximamente, no solo en los respectivos ámbitos autonómicos, sino también en el estatal. A lo que tampoco son ajenas, todo hay que decirlo, las actitudes que reiteradamente vienen mostrando los principales protagonistas en el escenario político-electoral.
En este sentido, es preciso llamar la atención sobre la incidencia que los resultados electorales del 19-J va a tener (además de en Andalucía, como es obvio) en el sistema de fuerzas políticas en España en su conjunto y, en particular, en los cambios que están teniendo lugar en la correlación entre ellas. De esta forma, las elecciones andaluzas, como asimismo las autonómicas realizadas últimamente, se perfilan, además de como el medio para renovar sus respectivos parlamentos y formar nuevos gobiernos en cada comunidad, como ocurre en todas las elecciones, como hitos sucesivos en la reconfiguración del mapa político español, en proceso de recomposición desde hace años y que en el momento presente dista de estar definitivamente cerrado.
Particular atención merecen los cambios que puedan producirse en relación con la situación actual en esta última legislatura autonómica y, lo que no es menos importante, con las expectativas que cada formación política tenga sobre estas elecciones… y sobre la situación que va a darse después. Lo que ofrece pocas dudas, en cualquier caso, es que la lectura que se va a hacer de los resultados no va a quedar reducida al ámbito exclusivamente autonómico, sino que va a tener proyección y efectos nada desdeñables más allá de éste. Está por ver cuál puede ser el alcance de los mismos, lo que dependerá de la magnitud y el signo de los cambios que reflejen las urnas.
Independientemente de cuál sea la nueva composición del Parlamento y del Gobierno andaluces tras el 19-J, lo que afecta en especial a los propios andaluces y a las expectativas ante la nueva legislatura que se abre, lo que no debe pasar desapercibido es que los cambios que puedan producirse como consecuencia de estas elecciones van a tener repercusiones para todos, incluidos los que no habitamos en esa comunidad autónoma. Y también puede asegurarse, sin apenas riesgo de equivocación, que van a operar en el próximo futuro como un factor condicionante de primer orden en la reconfiguración del escenario estatal y en la evolución del proceso político en el conjunto de España.