Embudo presupuestario

KEPA AULESTIA, EL CORREO 14/04/13

· El debate sobre las cuentas para este año, lejos de despertar interés social, está empequeñeciendo la política vasca.

La tramitación de los Presupuestos de la comunidad autónoma para 2013 está dando proporcionalmente más que hablar que todas las cuentas anteriores, si comparamos las menciones publicadas sobre las mismas con el dinero disponible para este año y, sobre todo, con las explicaciones de defensores y detractores. Los titulares se multiplican versando sobre una realidad ignota: los ciudadanos saben que Ajuria Enea y Lakua contarán con 1.200 millones de euros menos que en el pasado ejercicio. Pero resulta imposible conocer en qué afectará a cada persona y a cada familia una poda tan general.

La bajada de la recaudación fiscal en la segunda recesión consecutiva que padece Euskadi no solo afecta negativamente a la capacidad de inversión y gasto; estrecha además los márgenes de la política, de modo que ni el Gobierno en minoría está en condiciones de modular sus cuentas para atender las exigencias de la oposición, ni ésta es capaz de ofrecer una alternativa realista al proyecto gubernamental. El embudo presupuestario supone la reducción al absurdo de la liza partidaria y de la dialéctica ideológica. La política pierde todo sentido cuando las instituciones no tienen mucho más dinero que para preservar el empleo directo y atender las obligaciones contraídas en las leyes. El error estriba en considerar que se trata de una estrechez pasajera, en suponer que en un par de años todo volverá a ser más o menos como antes. Esas mismas instituciones se resisten a desmontar el paradigma de la Euskadi opulenta y solidaria que reclama bastarse por sí misma.

Entre tanto, la ‘política politiquera’ ofrece un panorama que cansa: el PNV, de regreso al Gobierno autonómico emplazando a la oposición a salvar la tramitación presupuestaria, advirtiendo de que su obstrucción supondría una grave irresponsabilidad, mientras que izquierda abertzale, socialistas y populares niegan tal apoyo o posponen su rendición a ese último momento en el que Ajuria Enea y el EBB han depositado todas sus esperanzas. El calendario corre y en poco más de una semana, cuando 2013 alcanza sus primeros cuatro meses, el Parlamento debatirá las enmiendas a la totalidad sin que nadie se atreva a pronosticar el resultado de la votación. Mal síntoma este último, del que la política partidaria no debiera jactarse.

Hace algunas semanas el PNV pareció acariciar la posibilidad de que el PP y UPyD salvaran la tramitación presupuestaria, concediendo paradójicamente a ambas formaciones, que ocupan el corner más distante al nacionalismo, un papel de neutralidad que permitiría a los jeltzales dejar para más tarde la disyuntiva de inclinarse hacia el PSE-EE o hacia EH Bildu. Pero una paradoja acompaña a la anterior, y la sintonía entre los socialistas vascos y la izquierda abertzale a la hora de reclamar la revisión del capítulo de ingresos aflora como adelanto ‘a la guipuzcoana’ de una posible sintonía futura contra el PNV.

Montoro subrayó al término del Consejo de Ministros del viernes que la presión fiscal es anormalmente baja en España, en relación a los demás países europeos. Y los socialistas españoles procedieron en Badajoz, con Patxi López como invitado, a ofertar la recurrente carambola de un marco impositivo que permita recaudar más, sea socialmente más justo y contribuya de manera decisiva al crecimiento y el empleo. El problema es que, según pasan las semanas, pierde sentido cualquier discusión sobre ingresos que pretenda modificar los previstos para 2013, y no solo por la formalidad de que estos fueran visados ya por el Consejo Vasco de Finanzas. De manera que enmendar a la totalidad el proyecto presupuestario de Urkullu reclamando más dinero constituye un ejercicio de dudosa utilidad, incluso desde un punto de vista partidario. A no ser que socialistas e izquierda abertzale empleen el trámite para adelantar la discusión de cara a 2014.

El lehendakari Urkullu anunció también el viernes su disposición a superar el tracto final del embudo presupuestario mediante un «acuerdo de mínimos». De hecho sugirió que cuenta con una propuesta para alcanzar dicho acuerdo. Se la reservará a la espera de conocer de primera mano la actitud de los demás grupos parlamentarios. Amortizada la discusión sobre los ingresos, la eventual negociación sobre gastos e inversiones se libraría en torno a una docena de millones de euros como mucho.

En la misma noche electoral, el PNV hizo el cálculo de que la oposición no tendría más remedio que claudicar por responsabilidad; aunque fuese a cambio de un acuerdo de última hora sin otra significación que la política. Pero el transcurso de los días parece cuestionar la máxima de que aun el más denostado de los Presupuestos sea mejor que su prórroga.

Mantener en 2013 las cuentas que el Gobierno de López elaboró para 2012 supondría dotar con 1.200 millones más al presente ejercicio. Un monto ficticio que, por otra parte, brindaría al gabinete de Urkullu la oportunidad de improvisar mes a mes y hasta semana a semana. Lo peor es que, sean cuales sean los restos que deje el embudo presupuestario, el final carecerá de grandeza y no aportará a nadie trofeo alguno que exponer más que en las vitrinas de la política pequeña.

KEPA AULESTIA, EL CORREO 14/04/13