En el alambre

EL MUNDO 22/05/15 – VICTORIA PREGO

· A Mariano Rajoy se le ha vuelto a llenar de entusiastas partidarios la plaza de toros de Valencia, pero aunque el presidente de la comunidad, Alberto Fabra, asegurara ayer que el «completo» del recinto era un preludio del éxito que espera a su partido el próximo domingo porque la última vez que se llenó esa plaza «fue para darle al PP la mayor victoria de su vida», la situación actual dista mucho de parecerse a las circunstancias que acompañaron a las elecciones generales de 2011, donde el Partido Popular cosechó la mayoría absolutísima de la que disfruta todavía hoy

Con todo, es notable que, en una comunidad azotada de arriba abajo por los casos de corrupción, el Partido Popular disponga todavía de una capacidad tan grande de convocatoria. Aunque también llenó esa plaza hace unos días el socialista Pedro Sánchez, cuyo partido viene sufriendo derrota tras derrota en la Comunidad Valenciana desde hace 20 años y en el Ayuntamiento, desde hace 24. Así que lo de ayer no demuestra nada como tampoco lo demuestra el lleno de Sánchez. Todo lo más habrá servido para levantar el ánimo de los dos dirigentes que el domingo se juegan personalmente el puesto y políticamente el éxito del partido.

Valencia es uno de los puntos débiles del PP en estas elecciones y al mismo tiempo una plaza esencial para el partido de cara a las generales. Si consiguieran conservar Valencia y Madrid, los populares tendrían motivos para proclamarse los vencedores de estos comicios. Pero no lo tienen fácil y están haciendo equilibrios en el alambre. Según el sondeo publicado el pasado sábado en EL MUNDO, la alcaldesa Rita Barberá podría perder en esta ocasión la friolera de 20 puntos largos y nada menos que ocho o nueve concejales.

Claro que la situación del PSOE sería mucho peor porque podría perder ocho puntos, quedarse con tan sólo cinco concejales y pasar a ser la cuarta fuerza. Barberá quedaría así en manos de Ciudadanos que, según lo escuchado en los últimos días, no parece tener la más mínima inclinación por apoyar al PP para que siga gobernando la ciudad. Lo que sucede es que optar por la otra opción, que sería sumar sus votos al batiburrillo de cinco o seis partidos para conformar una mayoría, también tiene riesgos enormes para esa joven formación.

Lo mismo se puede decir de Alberto Fabra en la comunidad, aunque éste ha subido claramente en la intención de voto y ahora puede razonablemente acariciar la esperanza de volver a gobernar. Pero también necesitaría el apoyo de Ciudadanos que, de seguir así las cosas, se va a convertir en la moza más cortejada de la historia política de España.

Rajoy ni mencionó la corrupción en su discurso. Sí lo hizo Fabra con un llamamiento bien construido que vino a decir «os aseguro que hemos aprendido y que no volverá a suceder». Falta que los electores lo crean, pero su ventaja es que no tienen enfrente a nadie que les dispute con fuerza la primogenitura. La apuesta es decisiva y la incógnita sobre el resultado no está ni mucho menos despejada.