IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
- Si las previsiones se cumplen, habremos dejado atrás la pesadilla de la crisis. Y si no… Tampoco sirve de mucho angustiarse antes de tiempo
Confebask hizo ayer un buen diagnóstico de la situación económica actual y nos proyectó su visión de lo que podemos esperar en el año entrante. El cuadro dibujado tiene varios tonos luminosos y otros cuantos grises oscuros. Así que le toca a usted decidir si la imagen es clara con fondo negro o negra con luz posterior. De momento nos dicen que 2022 será un año de crecimiento vigoroso del PIB -hasta el límite de recuperar todo lo perdido durante la pandemia-; y de recuperación espectacular del empleo, hasta superar los datos de la afiliación precovid, batiendo incluso los mejores registros históricos. Hasta aquí lo bueno. Si las previsiones se cumplen, habremos dejado atrás la pesadilla de la crisis que nos provocó la enfermedad.
Ahora lo malo. Todas las noticias negativas proceden del grupo cromático de las incertidumbres. Hay temor a que los precios de la energía no cejen en su escalada. Faltan razones para creer en su moderación y sobran para esperar su mantenimiento. Fundamentalmente depende del gas, un producto que existe en nuestro subsuelo, pero que, de manera sorprendente, nos negamos a explotarlo e incluso a explorarlo, pero aceptamos comprarlo a quien nos lo venda al precio que nos lo venda. Hay preocupación por las tensiones de los costes a las que están sometidas las empresas, por culpa de la elevación de la energía y de otras muchas materias primas. Los márgenes se comprimen y la vía de su traslado a los precios de venta es un camino erizado de dificultades, con final incierto.
Lo cual provocará algo que el informe difumina. Me refiero a las tensiones salariales. Con la inflación desatada, los pensionistas con sus revalorizaciones aseguradas y los funcionarios públicos con sus salarios aumentados (hay mucha capacidad de presión en ambos colectivos y ningún gobierno la va a resistir y menos en el periodo preelectoral que se inicia), los sindicatos y en especial los que tienen la confrontación absoluta en la primera línea de su doctrina van a convertir los convenios en auténticos combates. Tampoco se habla mucho de los tipos de interés. Todavía es una alarma lejana e incipiente, pero puede convertirse en el mazo que abolle la previsión. Añada en el otro platillo la llegada de los fondos europeos, suponga que se repartirán de manera eficiente y ya tiene el cuadro completo. ¿Resultado? ¿Le gusta? Pues quédese con él. Que tampoco sirve de mucho angustiarse antes de tiempo.