Entre Zapata y Zapatero

EDURNE URIARTE – ABC – 17/11/15

Edurne Uriarte
Edurne Uriarte

· Será una guerra muy larga, pero no podrá tener un final feliz para las democracias si estas no tienen claridad ideológica, política y moral para defenderse.

Hay cuatro grandes obstáculos para la construcción de una respuesta europea a la guerra declarada por el fundamentalismo islámico. Y el primero es, claramente, el ideológico, sintetizado por ese cruce entre Zapatero y Zapata que domina en la izquierda española y en buena parte de la europea. Su resistencia, Zapatero, o abierta negativa, Zapata, a combatir militarmente al ejército islamista no responde a razones pacifistas, sino ideológicas. Que nadie se engañe, la izquierda no es más pacifista que la derecha, es pacifista en determinados asuntos y entusiasta para emplear métodos militares en otros. Depende del enemigo.

Si el podemita Zapata, el de los chistes antisemitas, se escandaliza porque vayamos a mandar al Ejército a perseguir a los criminales fundamentalistas, no es por la juventud de los terroristas, como argumenta, sino por su propia ideología. O la concepción del islamismo radical como producto de la injusticia y del imperialismo occidental. Si los asesinos de París fueran judíos extremistas, Zapata estaría pidiendo una inmediata declaración de guerra y exigiendo una movilización masiva del Ejército americano. Y algo parecido Zapatero al que no se le habría ocurrido

Alianza alguna de Civilizaciones si el terrorismo islamista tuviera otro apellido ideológico. No es casualidad que tengamos la perfecta síntesis ideológica entre ambos, entre ese socialismo y la extrema izquierda, en el ex-Jemad Julio Rodríguez, un general que abomina de lo que llama la «estrategia belicista» contra el terrorismo, algo así como un máximo jefe policial abominando de la estrategia policial contra el narcotráfico, para que los civiles salgamos corriendo (imprescindible la lectura de la entrevista del militar anti-belicista en www.publico.es)

El segundo obstáculo es político y me temo que muy difícil de resolver. Se trata de Europa, de la inmensa dificultad para que una comunidad de países llegue a acuerdo y acción conjunta alguna cuando se trata de movilizar a los ejércitos. Esa es la diferencia esencial entre una nación política y la frágil alianza entre naciones diferentes. A lo que hay que añadir esa cultura política basada en la idea de que es Estados Unidos quien se tiene que ocupar de nuestra defensa mientras algunos presumen de que los europeos somos palomas, y nuestro defensores, unos desagradables halcones.

Hay un tercer obstáculo muy entrelazado con los dos anteriores que es el moral. O la falta de claridad moral para ver el mal, aquel argumento de Natan Sharansky («Alegato por la democracia») que es aplicable tanto para la historia de indiferencia o comprensión de bastantes occidentales hacia las dictaduras comunistas que él sufrió como para las dudas actuales sobre el fundamentalismo. Aquello de colocar al lobo y al cordero en la misma jaula y esperar que salga bien, como escribió Sharansky.

Y, por supuesto, hay un cuarto y último obstáculo que es el meramente estratégico. Cómo combatir con eficacia a un enemigo de esta naturaleza, diseminado entre varios países, oculto en nuestro propio suelo, fanático, dispuesto a los atentados suicidas. Será una guerra muy larga, pero no podrá tener un final feliz para las democracias si éstas no tienen claridad ideológica, política y moral para defenderse.

EDURNE URIARTE – ABC – 17/11/15