ERC boicotea la gestión de Colau para debilitar a su nuevo partido

EL MUNDO 01/11/16

· La alcaldesa prepara una formación que competirá con los republicanos por la Generalitat

«Os habéis comido un sapo y os vais a comer toda la charca». El líder de ERC en Barcelona, Alfred Bosch, lanzó hace dos semanas esta gráfica advertencia a Ada Colau para inaugurar una campaña de boicot al Gobierno de la capital catalana que persigue un evidente objetivo: desgastar políticamente a la alcaldesa cuando está volcada en la gestación de su nuevo partido autonómico, un proyecto que prevé ver la luz en marzo y que aspira a pugnar con la formación que dirige Oriol Junqueras por el triunfo en los próximos comicios al Parlament.

En los últimos días, los independentistas han contribuido decisivamente a tumbar la hoja de ruta del Gobierno de Colau, a enterrar sus ordenanzas fiscales, que tenían que fijar las tasas municipales para 2017, y a reprobar su gestión en el pleno, propiciando que CiU haya decidido explorar una moción de censura contra la alcaldesa. Para asestar todos estos golpes a Colau, a ERC no le ha importado alinearse con el resto de la oposición, configurada por fuerzas del espectro soberanista como CiU y la CUP, pero también por otras tan antagónicas para los republicanos como el PP y Ciudadanos.

Este movimiento de Bosch hubiera resultado del todo incomprensible hace unos meses. Tras las elecciones municipales, el jefe de filas de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona no sólo apuntaló la investidura de una Colau, que superó en únicamente un concejal a la CiU de Xavier Trias, sino que selló varios pactos de calado durante el primer año del mandato. El más relevante fue el acuerdo que permitió añadir 275 millones de inversión a los presupuestos que la alcaldesa prorrogó al no ser capaz de aprobar unas cuentas propias.

Pero las relaciones entre ERC y Barcelona en Comú (BComú) quedaron dinamitadas poco después, cuando el pasado mes de mayo Colau escogió al PSC como su socio de Gobierno, pese a que ERC también se había ofrecido públicamente a ingresar en el Ejecutivo si los socialistas quedaban fuera.

Tras el parón estival, el partido independentista redefinió su estrategia. El 97% de su militancia en Barcelona respaldó en un cónclave convocado a tal efecto un cambio de guion para que ERC se encuadrase «sin complejos» en la oposición y tratara de erigirse en «alternativa» a BComú en lugar de continuar ejerciendo como su muleta.

Bajo esa premisa, los republicanos acaban de declararse dispuestos incluso a negociar la complicadísima moción de censura que CiU pretende impulsar para acabar con el Gobierno de Colau y el PSC, que sólo suma 15 de los 21 concejales en los que está fijada la mayoría en el Ayuntamiento de Barcelona. El plan cuenta con escasas posibilidades de prosperar porque para alcanzar esos 21 ediles y poder derrocar a la alcaldesa, CiU y ERC deberían sumar sus votos a los del PP y Ciudadanos, algo que estas dos últimas fuerzas no contemplan. La aritmética sólo permitiría otra opción, una alianza a cuatro bandas entre CiU, PP, Ciudadanos y el PSC, pero pasaría por que los socialistas abandonaran a Colau justo cuando acaban de proponer compartir coalición electoral con el futuro partido de la alcaldesa de Barcelona para concurrir unidos a las próximas elecciones catalanas.

La embrionaria idea del PSC que lidera Miquel Iceta dificultaría más si cabe la victoria de ERC en esos comicios autonómicos, por eso ahora la presa es doble para los republicanos. De ahí que tengan previsto continuar trabando la gestión del Gobierno Barcelona.

El siguiente paso que pretende dar ERC es impedir que Colau apruebe los presupuestos del Ayuntamiento por la vía ordinaria. El apoyo de los republicanos a las cuentas es imprescindible para que éstas salgan adelante, pero su pretensión, hoy por hoy, es tumbarlas para obligar a la alcaldesa de Barcelona a superar una cuestión de confianza si quiere verlas aprobadas. Esta fórmula está contemplada en el reglamento, pero sólo ha sido utilizada en una ocasión: lo hizo Xavier Trias para aprobar los presupuestos de 2014, en lo que fue leído como un mayúsculo fracaso por el PSC e ICV, dos fuerzas hoy integradas en el Gobierno de Colau.

Bosch sólo está ofreciendo una posibilidad a Colau para salvar sus cuentas sin tener que recurrir a la argucia empleada por Trias, la que pasa por que la alcaldesa de Barcelona convenza a Catalunya Sí que es Pot, la coalición que integra a Podemos en el Parlament, para que respalde el presupuesto de Junts pel Sí y no sea necesario que el Ejecutivo formado por ERC y la nueva Convergència dependa de las duras exigencias y los votos de la CUP. Dicho de otro modo, Bosch sólo podría abandonar momentáneamente el boicot a Colau si contribuye a promocionar la labor de ERC en el Parlament, ya que la cartera de Economía está dirigida por Junqueras.

SUS ÚLTIMAS DERROTAS
Sin hoja de ruta.
Hace dos semanas, Colau se convirtió en la primera alcaldesa de Barcelona en no poder aprobar la hoja de ruta del mandato. ERC y el resto de la oposición votaron en contra del Plan de Actuación Municipal.

Ordenanzas fiscales enterradas.
Ada Colau tuvo que retirar del orden del día del último pleno su proyecto de tasas para 2017. ERC iba a tumbarlas.

Reprobación.
CiU, ERC, PP y C’s se alinearon para reprobar a la alcaldesa en la sesión del viernes. Ahora los nacionalistas exploran una moción de censura. Los republicanos, por su parte, rechazarán los presupuestos de Colau.