EDITORIAL EL MUNDO – 05/01/16
· El proyecto independentista se ha fracturado tras la decisión de la CUP de no apoyar la investidura de Artur Mas. Ayer por la mañana, CDC dejaba muy claro que el partido no está dispuesto a sacrificar a Mas y que, por tanto, lo que procede es una nueva convocatoria de elecciones.
Por la tarde, Oriol Junqueras, presidente de ERC, comparecía ante los medios para lanzar el mensaje de que unos nuevos comicios serían un disparate, apelando a CDC y la CUP a que reanuden las conversaciones hoy mismo.
«El acuerdo es posible, es factible y tenemos la obligación de buscarlo porque es aquello que nos encomendaron los ciudadanos. Pedimos a todo el mundo que sea tan responsable como sea posible», afirmó Junqueras.
En un tono vehemente, mucho más propio de un mitin político que de una rueda de prensa, Junqueras subrayó que unas elecciones podrían malograr lo alcanzado hace tres meses y que lo importante es que haya un Gobierno que asuma la hoja de ruta soberanista para iniciar ese proceso constituyente que debería acabar en la proclamación de independencia de Cataluña.
Junqueras fue preguntado de forma reiterada si ERC estaba de acuerdo en prescindir de Artur Mas como presidente del nuevo Gobierno a cambio del respaldo de la CUP a otro candidato, pero no quiso responder la pregunta de forma directa.
Sí pidió que cada uno esté «a la altura de sus responsabilidades» y subrayó que los intereses de Cataluña están por encima de cualquier otra consideración, lo que sólo puede ser interpretado como una sutil invitación a Artur Mas a renunciar a presidir la Generalitat.
En cualquier caso, Junqueras evitó respaldar expresamente a Artur Mas, como había hecho hasta ahora, limitándose a insistir que ERC es «fiel con sus compromisos». Su falta de apoyo contrasta con las propias palabras del presidente en funciones, que horas antes había sentenciado: «Tengo ganas de plantar cara a Madrid y a las fuerzas de aquí».
Resultan también muy significativas las declaraciones realizadas por Anna Gabriel, diputada y dirigente muy relevante de la CUP, que aseguró que su formación votaría de forma «unánime» a Raül Romeva o a Oriol Junqueras si se presentaran a la investidura, descartando un cambio de posición sobre Mas.
Sin embargo, la votación del domingo también ha creado grietas en la CUP, como lo demuestra la dimisión de Antonio Baños, su líder y portavoz parlamentario, que ayer renunció a su acta de diputado para expresar su desacuerdo con la decisión de su partido.
¿Volverán a negociar CDC y la CUP? Parece difícil porque CDC ya dejó claro ayer que Artur Mas es una figura intocable. La CUP aseguró el 28 de septiembre que no apoyaría su investidura jamás y ha mantenido ese compromiso. Por ello, no parece probable que se pueda alcanzar en tres días lo que no se ha podido lograr en tres meses.
La decisión queda, pues, en manos del propio Artur Mas, como sugirió Junqueras. ERC no le va a pedir formalmente que renuncie, pero es evidente que la única opción para desbloquear la situación pasa por ese gesto del líder de CDC de no volver a ser presidente de la Generalitat.
A juzgar por sus declaraciones de ayer, no contempla esa posibilidad porque él sigue manteniendo esa dialéctica belicista contra el Gobierno de la nación, en la que se presenta como campeón de la defensa de los intereses de Cataluña frente a la agresión del Estado y de «las fuerzas de aquí», o sea, de la CUP.
En el colmo de la cara dura, Josep Rull, coordinador de CDC, acusó a la CUP de formar parte de «una gran alianza con los poderes fácticos del Estado». Lo que no se entiende muy bien hoy es por qué se han plegado a las medidas que pedían sus dirigentes y sus alabanzas a la formación antisistema.
Esto no hace más que reflejar el enorme embrollo existente entre los tres partidos independentistas, cuyos intereses son cada día que pasa más divergentes. Artur Mas se jactó de haber obtenido una gran victoria y ahora necesita el respaldo de un partido que denigra el coordinador de CDC. Así están las cosas en Cataluña, mientras que el reloj sigue corriendo. Si no hay un acuerdo esta semana, habrá elecciones.
EDITORIAL EL MUNDO – 05/01/16