TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO
· A medida que se cumplen etapas del procés, en víspera del hervidero sentimental de la Diada, la pregunta ya es cada vez menos «¿Y si al final hay choque real en Cataluña?». Habrá choque. Y no la estomagante metáfora de los trenes sino choque real: una respuesta de fuerza inexorablemente, retirada de urnas, cierre de locales contra la resistencia de activistas más o menos exaltados, la CUP disfrutará –¡maaaaambo!– de su revolucioncita, quizá haya que recurrir a la Ley de Seguridad Nacional y en alguna medida resulte violento, habrá escenas con las que sus grandes publicistas venderán una España negra… y paradójicamente a partir de ahí, una vez frustrado el 1-O, en lugar de perder, sumarán: Podemos se pasará al lado de los indepes.
En el procés todo se ha ido cumpliendo como se había previsto. O no exactamente todo. De hecho hay un punto clave que rompió la hoja de ruta del proceso: 27-S. Se convocó para obtener un mandato inequívoco, y no alcanzaron el 50% de votos. Ese rasero del 47,7% no solo evidenciaba que el resultado del 9-N era una pantomima sino que además les dejaba a expensas de la CUP –¡maaaaaaaambo!– el partido más pequeño pero desde ahí decisivo, y así lo han ejercido desde el sacrificio de Mosiés Mas. La CUP era necesaria para imponer la aritmética parlamentaria, con el plácet de Forcadell, hasta liquidar el Parlament.
Claro que si la CUP no es un aliado fiable para un bloque estable, en el otro lado las cosas no son lineales. Catalunya Si que es Pot está lejos de ser uno más del no. De hecho la coalición de Podem, ICV-EUIA y otros está descosida. Ya se ha se visto que Fachin, Giner, la abuela de las banderas y hasta Peroncito Pisarello estarán con el 1-O, como Colau que ya votó sí/sí. El espectáculo bananero del Parlament quizá mantenga a algunos en la equidistancia, e incluso a Coscubiela se le compara con Unamuno, pero hasta Podemos está sentimentalmente del lado del referéndum. Y tras el choque del 1-O, acusarán al Estado de recurrir a la violencia contra la movilización democrática. Será chusco, pero saben que funciona, y no sólo en Cataluña. Es lo que dicen desde Teresa Rodríguez en Andalucía a Luis Villares en Galicia.
Podemos pinta a ganador del desastre del 1-O. Va a estar ahí esperando su oportunidad, sin apoyar el referéndum pero de su lado, manteniendo el choque de legitimidades a la espera de rentabilizar ese espacio político desde el día después. Hasta entonces, mantendrán a distancia a los constitucionalistas, y después darán rienda a la retórica antisistema. Culparán a Rajoy del desastre –de hecho ya lo hacen– y a la España autoritaria. Numerosos intelectuales en el amplio espectro de la izquierda ya están en ello, culpando siempre al Gobierno de España, nunca a Cataluña.
Si no estás contra Rajoy, es que estás con Rajoy. Esa lógica ya cunde. Y nadie puede negar los errores cometidos por la derecha con Cataluña, pero también Zapatero al gestionar aquel Estatut, o el propio Tripartit con el Tinell que demonizaba al PP… Todos han fallado. De modo que fijar la responsabilidad en Rajoy es absurdo. En 1992, los Pujol y tipos como el actual conseller d’Interior ya estaban con el eslogan Freedom for Catalonia invirtiendo en hispanofobia. Rajoy solo era diputado raso de un partido menor. La estrategia nacionalista viene de largo, aunque los errores políticos hayan caldeado el caldo de cultivo de la crisis para vender L’Espanya autoritària ens roba. A Podemos no le interesa el referéndum, sino la oportunidad de usar esto para crear un poderoso eje de izquierda allí y en Madrid. Esas cosas de las que se habla en casa de Roures.
TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO