Es un objetivo proclamado

ABC 17/07/15
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Iglesias ya ha manifestado por escrito su voluntad de dinamitar el sistema

ALGUNAS informaciones resultan muy incómodas. Y la portada de ayer de ABC sobre cómo «Independentistas y extrema izquierda urden un plan para derrocar al Rey» se cuenta en ese número. ¿Cuántas veces en el último cuarto de siglo ha llenado páginas de periódico alguna conspiración de ultraderecha contra el sistema? Conjuras basadas, por ejemplo, en unas conversaciones entre militares apartados de responsabilidades de mando y ultraderechistas sin ningún seguimiento popular. Es decir, informaciones sobre quimeras golpistas.

En cambio, la información que ayer ofrecía ABC estaba protagonizada por los soberanistas que gobiernan en Cataluña y en localidades de esa región, así como de Navarra y del País Vasco. Y por elementos afines a la extrema izquierda que en esta hora gobierna tantos municipios de España, empezando por sus más importantes ciudades. Es decir, una aspiración a acabar con el sistema que nos dimos los españoles en 1978 partiendo de un poder ya asentado.

Ahora resulta que a algunos les sorprende que Amaiur, ERC, la CUP, Podemos o Iniciativa per Catalunya quieran acabar con la Monarquía que encarna la estabilidad del sistema. ¿Es que alguien pensaba que la revolución pasa por mantener las formas? Algunos no se dan cuenta de que a los primeros que se llevarían los podemitas de Iglesias Turrión por delante sería a los más conspicuos miembros de la gauchecaviar a los que les parece tan divertida esta extrema izquierda a la que quieren considerar inofensiva.

Sucede que hace sólo un par de meses que el propio Iglesias Turrión ha manifestado por escrito su voluntad de dinamitar el sistema una vez que tome el poder. En el número 93 de «New Left Review», mayo-junio de 2015, Iglesias Turrión dice con toda claridad que «cuando insistimos en hablar de desahucios, corrupción y desigualdad, por ejemplo, y nos resistimos a ser arrastrados a debatir sobre la forma de Estado (monarquía o república), memoria histórica o política penitenciaria, no quiere decir que no mantengamos posición en esos temas o que la hayamos moderado. Más bien asumimos que sin la maquinaria del poder institucional carece de sentido centrarse en objetivos de lucha que nos marginarían de la mayoría que no es “de izquierda”».

La extrema izquierda de Iglesias Turrión, la de Oriol Junqueras o los soberanistas de Uxue Barkos y Artur Mas tienen un mismo objetivo: acabar con la Monarquía para establecer eso que llaman «un Estado confederal», y ya se vería después qué quiere decir eso. Porque lo único relevante es acabar con el sistema y destruir España. El nuestro es el único país de Europa en el que los grandes populistas quieren acabar con el Estado. Ni el Frente Nacional de Le Pen, ni el UKIP de Farage, ni mucho menos la Syriza de Tsipras, quieren desmantelar el Estado. Al revés. Quieren un poder central reforzado. En España tenemos una amplia panoplia de partidos conspirando para acabar con un sistema político que ha dado prosperidad, riqueza y bienestar a todos los españoles. Y como somos verdaderamente únicos, eso es algo que no se puede hacer perdonar.

Menos mal que el Estado retiene algunos poderes, que si no veríamos a Manuela Carmena entrando en el Museo del Prado y llevándose los mejores cuadros para repartirlos por los barrios de Madrid: los «Fusilamientos del 3 de Mayo» a San Antonio de la Florida, «Las Meninas» a Salamanca, que son muy pijos, «El Caballero de la mano en el pecho» a la Puerta de Toledo… y el Prado, clausurado, «que ese sitio lo fundó un Rey».