TERESA JIMÉNEZ-BECERRIL – ABC – 08/04/17
· «No hemos llegado hasta aquí, no se han sacrificado las vidas de tantos jóvenes guardias civiles, policías y tantos españoles de bien, para venir al encuentro de ETA, cuando ya ha sido derrotada»
No tengo ninguna duda de que las acciones de los terroristas tienen como último objetivo destruir la sociedad, y ETA sigue intentándolo. A día de hoy, su estrategia no incluye tiros ni bombas, pero sus movimientos no son inocentes sino que van dirigidos a crear división y minar el tejido moral de los españoles.
Y por ello es importante mantenernos unidos y sin flaquear ante la presión de ETA y el nacionalismo. Ya sea la propagandística entrega de armas o las peticiones de acercamiento de sus presos, defendidas por su frente político Bildu y apoyadas por el PNV, son un pulso al Gobierno y a la sociedad española, que mayoritariamente no quiere hacer concesiones a una organización terrorista derrotada y por tanto sin ningún poder para exigir.
Por lo cual, esta concesión de permiso a Txapote para visitar a su padre podemos encuadrarla en la necesidad que tienen los presos de ETA y quienes les apoyan de mostrar su fuerza, consiguiendo algo injusto e inmerecido y que posiblemente no consigan muchos presos comunes, quienes, a no ser que exista fallecimiento o enfermad grave de un familiar, no suelen ser tratados con tanto mimo y dispendio de medios humanos y económicos. Reflexionemos sobre la naturaleza del terrorista que ha pedido ir a ver a su padre.
Les recuerdo que este monstruo tiene en su haber casi una decena de asesinatos, entre ellos el de Miguel Ángel Blanco, que conmocionó a España por su absoluta crueldad, rompiendo el techo de la indiferencia que tristemente cubría los asesinatos de ETA. Esta bestia, incapaz de sentir, ha pedido al juez competente que le diera ese permiso gratuito. Dicho magistrado, en contra del criterio de instituciones penitenciarias, ha mostrado unos sentimientos inexplicables y se lo ha otorgado, ante la indignación generalizada no sólo de las víctimas sino de todos los que reconocen a este etarra como la encarnación del mal. ¡Quién no recuerda sus risa y su encaramiento ante Tribunal que lo juzgaba! Ni un ápice de compasión, ni remordimiento en esa rata que mató a Gregorio Ordóñez a sangre fría y que jamás se ha arrepentido ni lo hará. Quiero dejar claro que no me mueve la venganza sino la justicia y la certeza de que este asesino no merece ningún permiso, simplemente porque cuando él decidió acabar con la vida de Fernando Buesa, de su escolta y de otras víctimas inocentes, estaba eligiendo su destino, el cual incluía la posibilidad de no volver a ver a sus familiares.
Desgraciadamente, Miguel Ángel no eligió en plena juventud morir de rodillas ante una alimaña como Txapote, como no lo escogieron ninguna de sus víctimas, quienes no contaron con la gracia de nadie que les permitiera, al menos, cinco minutos más de vida para despedirse de sus seres queridos. Me preocupa, en este clima de flexibilidad hacia ETA, que salgan subjetivas interpretaciones de nuestras leyes, que mira por dónde siempre benefician a los presos y perjudican a sus víctimas. Por cierto, el tan acertado «Estatuto de la Víctima» dice, en su artículo 13, que las víctimas han de ser informadas antes cualquier cambio de la situación del preso que pueda afectarles y, tratándose de quien se trata, uno de los terroristas más sanguinarios que ha conocido España, así debería haber sido, porque si no se incumpliría la ley.
Realmente resulta tristemente chocante que sean las víctimas y no la Fiscalía la que tenga que estar detrás de estas cosas, con lo que ya tienen en lo alto, como se dice hablando en plata. En fin, en estos momentos que preludian otro teatro etarra con sus pistolas, limpias de polvo y paja, para mayor sufrimiento de las más de trescientas familias que siguen esperando la justicia y la verdad de saber quién asesinó a su padre, hermano, marido o hijo.
En este ir y venir de «artesanos de la paz» cuya artesanía tenía y tienen marca ETA, observo una expectación injustificada, que solo puede traer beneficios a los terroristas y al nacionalismo vasco, que espera sacar tajada de esta entrega de armas coja, a la que le faltan las patas más importantes, la de la rendición, el arrepentimiento y la colaboración con la Justicia. Reconozco que esta pantomima me intranquiliza, porque el mundo etarra nunca le ha regalado nada a España. Lo único que nos ha dado ETA, y a espuertas, ha sido dolor, y eso no deben olvidarlo ni los jueces, ni los fiscales, ni los gobernantes, ni nadie que tenga la tentación de caer en el plácido limbo del olvido. No hemos llegado hasta aquí, no se han sacrificado las vidas de tantos jóvenes guardias civiles, policías y tantos españoles de bien, para venir al encuentro de ETA, cuando ya ha sido derrotada.
Si viéramos de veras que Txapote se arrepiente, De Juana Chaos vuelve a España y salda su deuda pendiente con la Justicia, si colaboran los terroristas para aclarar los crímenes que siguen sin ser resueltos, entonces y después de que hayan cumplido íntegramente sus condenas y donde tienen que cumplirlas, sin acercamientos inmerecidos, solo entonces, se empezaría a superar el dolor profundo que el terrorismo produjo a la sociedad española. Mientras tanto, las víctimas seguiremos inquietas, los terroristas seguirán jugando sus cartas, en el País Vasco, la libertad no será completa y, sobre todo, España seguirá respirando por la herida.
TERESA JIMÉNEZ-BECERRIL – ABC – 08/04/17