José Alejandro Vara-Vozpópuli
  • El primer intento electoral de Yolanda Díaz ha resultado un espantajo. La izquierda descuenta ya un naufragio en Andalucía, prólogo del hundimiento del bonapartismo sanchista

De la destitución (de Eva Estaban) a la menstruación (de Irene Montero). Del CNI al aborto. El Gobierno de Pedro Sánchez, en avanzado estado de descomposición, no gana para disputas internas. Bolaños contra RoblesCalviño contra Díaz, al son del sobresalto y la zozobra. Y a la vuelta de la esquina, el fulgor de las urnas andaluzas, «la hora vengativa», diría Cernuda. Y decisiva.

El ‘espacio Yolanda Díaz‘, como bautizó Sánchez a ese cambalache ideológico que se alinea a la izquierda del PSOE, no ha nacido y ya pringa. El primer intento de ponerlo en marcha se ha fraguado en el laberinto andaluz, experimento que ha devenido una colosal chapuza. La plataforma electoral que pretendían armar seis formaciones verdes y de progreso se concretó en un monstruito gruñón, un engendro huraño y levantisco, amorfo e informe del que su propia creadora, la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo y Acción Social, huyó apenas unas horas después del parto. Aparta de mi este espantajo, le espetó, en forma sutil, a Lilyth Verstringe y demás muchachitas de Podemos, tras presentar en público el fruto de sus desvelos.

El artefacto se llama ‘Por Andalucía’, que suena a ‘por bulerías’ o ‘por soleares’ o ‘por mis narices’, y estaba previsto que agrupara a Izquierda UnidaMás PaísEquoIniciativa del Pueblo AndaluzPodemos y Alianza Verde. Una alineación que en parece un homenaje a la antológica escena de La vida de Brian de los Monty Python, en la que un puñado de descerebrados -politólogos serían ahora- debaten sobre el Frente Popular de Judea, el Frente Judaico Popular, el Frente Popular del Pueblo Judaico y la Unión Popular de Judea, una rama disidente de los primeros con un único afiliado entre sus filas. Con tanta revoltiña de siglas, tanto empeño en copar huecos en las listas, tantos codazos para conseguir cargos, tanta zancadilla para alcanzar más tarta de la subvención (más de 2,5 millones en juego), la propuesta del amasijo ultraizquierdista llegó tarde al registro y Podemos y los Verdes maduros se quedaron al borde del ridículo y con los pies colgando. Lo que empezó como un despropósito desembocó en esperpento. Yolanda Díaz, una vez que logró imponer a su candidata al frente del engendro, Inma Nieto, escapó a la carrera de la zona, se despojó del vestido de faralaes con el que se había exhibido afanosamente por la Feria de Sevilla, junto a su mayordomo el petit Garzón, y proclamó a los cuatro vientos que esta historia nada tiene que ver con su proyecto, ese ‘espacio’ intangible del que hablaba Sánchez, sobre el que aún nada ha explicado y que tanto demora en presentar en sociedad. Ahora le toca otro periodo de ‘escuchar’ a la gente, asegura. Tal se argumenta siempre que hay que decir y menos que aportar.

A su izquierda, Pablo Iglesias, otro ególatra hipertrofiado, otro desmesurado narciso, ha arrasado con Podemos, la formación peronista que él mismo creó, primero como gineceo de sus grupis, luego como sustento de haraganes

La izquierda española está desportillada. El PSOE feneció a manos del sanchismo. Ya no existe ese partido que gobernó irregularmente España con Felipe González durante cuatro legislaturas y dos mayorías absolutas. Rodríguez Zapatero lo hirió de muerte y el actual jefe del Gobierno lo ha finiquitado. Kaput, desaparecido, se acabó. A su izquierda, Pablo Iglesias, otro ególatra hipertrofiado, otro colosal narciso, ha degollado a Podemos, la formación peronista que él mismo ideó, primero como lúbrico gineceo para grupis, luego como sustento de haraganes y finalmente, como socio grotesco y tarambana del Gobierno más funesto de nuestra reciente historia.

Miran de reojo desde la Moncloa, con creciente inquietud, el hundimiento del Partido Socialismo francés, liderado por esa amiga de la casa llamada Anne Hidalgo, ni un 2% en las generales, y subsumido ahora en La Francia Insumisa, el armatoste radical dirigido por el extravagante Jean Luc Melenchon, que agita todas las banderas del populismo vociferante, con un programa antieuropeo, antiatlántico, putinesco (llámalo ‘Paz y diplomacia’), bolivariano y ecologista cavernario y antediluviano. Por seguir con el homenaje a los Pynthon, han bautizado su criatura con el nombre de Nupes, es decir, Nueva Unión Popular Ecologista y Social. Oh lalalá!! La naturaleza imita al arte y algunos estúpidos, lo superan.

Su derrota, la de todos ellos, está cantada. Y la del socialismo también. El candidato Juan Espadas es un personaje romo y sin brillo, dotado de una incapacidad manifiesta incluso para herir el sentimiento de los propios

El conglomerado judaico-andalusí competirá el 19-J con otra de su banda, Teresa Rodríguez, ex-gogó de Iglesias, que con su Adelante Andalucía redondea el escenario imposible de la ultraizquierda regional, una especie de verbena de ambiciones integrada por gentucilla con ansias de sillón y sueldo público. Ozú. Su derrota, la de todos ellos, está cantada. Y la del socialismo también. El candidato Juan Espadas es un personaje romo y sin brillo, dotado de una incapacidad manifiesta de liderazgo. Juanma Moreno, no siempre bien aconsejado en su estrategia de comunicación en Madrid, tiene la partida en el bolsillo.

Corrida y no escarmentada tras la plataforma del Sur, Yolanda Díaz se enzarzó luego en otra animosa aventura, el caso es no trabajar. Eligió esta vez uno de sus clásicos, cruzar puñadas con Nadia Calviño, la vicepresidenta más fuerte de la cuadrilla. Los efectos laborales de la menstruación y la ‘estigmatización’ de la mujer era el eje del debate. La titular de Economía se muestra firme. La de Trabajo, en su línea, optó por el golpe bajo. ¿Cuántos días de baja durante ‘esos días’? ¿Cinco, tres o ninguno? Ahí está el detalle. La sangre no llegó al río.

Moncloa le dio la razón a la ministra de Igualdad. Al cabo, Sánchez precisará de un báculo a su izquierda a la hora de sumar. Aún nonato el ‘espacio Yoli’, necesitará al menos los restos de Podemos. «Es morir lo que estaba ahora haciendo, más temo no haberme enterado», decía Emily Dickinson. Andalucía, en cualquier caso, será la primera palada de su fosa.