Esta farsa

ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 11/06/15

· La frasede Marx sobre la tragedia, que sólo se repite en forma de farsa, es un benéfico tópico periodístico que sólo necesita una matización: no hace falta que se trate de una tragedia: la historia siempre se repite en forma de farsa sea cual sea el género del suceso original. Las personas que manejan una cierta edad, pero que aún no han perdido ni la fuerza ni la razón ni la memoria, y que soportan desde hace décadas una vecindad española asisten al espectáculo de la regurgitación de la transición política.

Desde hace unos meses una arrogante y necia juventud –una juventud– proclama la necesidad de un cambio de régimen, niega que la reforma de las instituciones sea suficiente y proclama la urgencia de la ruptura, y es partidaria de someterse a las leyes siempre y cuando se trate de leyes justas, mientras profiere un acatamiento jurídico provisional que les permita ser troyanos, sea dicho en la lengua digital y no en la de la Hélade. La concreción de la acción no desmerece al paisaje macroencefálico.

Los medios de comunicación se plantean con una gravedad puramente espatarrante qué va a pasar mañana con los policías que en su día detuvieron a la chica Colau ahora que la alcaldesa Colau les va a dar las órdenes. Obviamente las personas que vieron cómo los gobernantes de la democracia empezaron a dar órdenes al comisario Conesa o a aquel Billy el Niño, y a tantos policías que les habían perseguido, apaleado y torturado durante el franquismo, no pueden evitar la sensación de que les están pasando ahora un guión de serie B de burro.

Cada día, en las televisiones, se montan filminas de alguna señora que ha dejado de pagar su piso y la echan a la calle. No importa la desgraciada noticia, naturalmente. Importa cómo las leyes son tratadas: exactamente igual que eran tratadas durante la transición las leyes del franquismo: injustas, obsoletas y derogables de inmediato. Inútil subrayar la doblez del llamado lado humano que pretende justificarlas: ningún sensible reportero se interesa por el lado humano del delegado del Gobierno en Valencia, valga el ejemplo, que sufre la misma aplicación de la ley que la desahuciada. Los franquistas tampoco gozaron, durante la transición, del beneficio de que alguien les investigara el lado humano. Pasaron como sombras de la peste. Como hacen pasar ahora a nuestros envilecidos por el telediario.

La farsa que se quiere contar es obvia, pero repugna a las personas adultas, y es la de que estamos iniciando una difícil y arriesgada transición a la democracia.