Estamos a 2 de agosto y el material no escasea

La foto que ven arriba corresponde a la ciudad brasileña Gramado, unos 30 grados de latitud sur, 800 metros de altitud sobre el nivel del mar, que la secretaria general de Podemos y ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, ha incluido en su unidad básica de pensamiento, un tuit, para escarmiento de incrédulos.

Hay dos asuntos que llaman la atención en el mensaje de esta buena mujer: el extravagante concepto que debe de tener sobre un calentamiento global que se expresa con nevadas, en primer lugar. Y en segundo, el desconocimiento de un hecho evidente: que en el hemisferio sur están ahora mismo en pleno invierno austral. Gramado es una ciudad muy turística por un paisaje que tiene muy poco de tropical, debido, precisamente, a las bajas temperaturas que registra.

No es su único rasgo de ingenio. Celosa de que su ex camarada, el Zangolotino Errejón propusiera reducir la jornada laboral a 32 horas semanales, hizo una contrapropuesta imbatible: dejarla en 20 horas. Además, Belarra ha asegurado que, pese a esa reducción de las horas trabajadas, no se rebaje el sueldo de los empleados por parte de las empresas.

Hubo a finales del sigo XX un intento en Francia de reducir la semana laboral de 40 horas a 35, pero hace ya casi 20 años que el intento se quedó en nada y dieron marcha atrás. No se había producido el aumento de productividad que requeriría la experiencia. La reducción de Errejón y no digamos la propuesta de Belarra requerirían una productividad que está fuera de nuestras posibilidades en un tiempo en que la productividad disminuye. Y todo eso, ¿quién lo paga? preguntaría Pla.

Ione Belarra es algo menguada en mi opinión por lo relatado más arriba, pero una figura señera del periodismo español, Luis Mª Anson, le dedicó hace cinco semanas una ‘Canela fina’ extraordinariamente hagiográfica, titulada escuetamente ‘Ione Belarra’ : https://www.larazon.es/opinion/20210625/fqxghyrvavecpaz2uuyn53oe4m.html

Qué quieren que les diga, se me hace raro ver a un intelectual empleando tanto ditirambo para una ministra que entre otras insuficiencias desconoce lo que es el invierno austral. Mire, don Luis Mª, o vamos a setas o vamos a rolex. Nada tendría que oponer si su canela fina solo cantara las prendas físicas de la homenajeada. No es mi ideal, pero para gustos están los colores. Pero la parte intelectual, madre mía.

Cita Anson en apoyo de su laudatio a mi admiradísima sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más extraordinarias de nuestro siglo de oro, pero la cita mal, porque descontextualiza: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Así empieza, efectivamente, uno de los poemas más conocidos de sor Juana, pero no trata del desprecio intelectual de los hombres necios hacia las mujeres, como puede verse a continuación:

Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión/ de los mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual/ solicitáis su desdén,/¿por qué queréis que obren bien/ si las incitáis al mal?

¿O cuál es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga,/ la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis/ de la culpa que tenéis?/Queredlas cual las hacéis/ o hacedlas cual las buscáis.

Como se ve, nada tiene que ver el propósito del poema con la interpretación de Anson, aunque nada más lejano a mis propósitos que incluir al columnista en la categoría intelectual de la ministra. Luis Mª Anson, ya digo, es un intelectual de carrera acreditada. En la segunda mitad de los 90 ingresó en la RAE junto Juan Luis Cebrián, aunque él tuvo más votos. De hecho, la RAE ya intentó hacerlo académico en 1983, pero el rehusó porque quería dedicarse íntegramente a dirigir ABC. Tuvo ya de académico un gesto que me causó mucho regocijo. Cebrián había publicado una novelucha mediocre, titulada ‘La rusa’, en la cual, Anson fue el primero en descubrir un gazapo sensacional: su compañero académico había escrito ‘clítorix’. A partir de entonces, durante una temporada, cada vez que se refería a él lo llamaba ‘Juan Luix’.

Pero en fin, lo de Belarra, tendría que reconsiderarlo. Tal vez, en vez de canela fina, sea pimentón picante.