IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Con la segunda y tercera ola de la pandemia no cuente con un inicio de la recuperación hasta entrado el segundo semestre

Ayer me levanté clarividente y me vine arriba. Lo digo para justificar el título, en el que ni siquiera he introducido el pequeño matiz de ‘creo’. En estos tiempos de incertidumbre es muy arriesgado aventurarse en el futuro pero, como todo el mundo, los gobiernos, los bancos, los institutos de análisis y los organismos reguladores hacen sus previsiones… pues me he animado. Es domingo y si no le convenzo, a ver si por lo menos le entretengo.

La pandemia arrecia (ya sé, eso es una constatación, no una previsión) e impone a las autoridades la obligación de incrementar las restricciones a la movilidad que tanto daño hacen a la economía. Si, por su causa, el último trimestre va proporcionar unos datos que serán con seguridad peores de lo previsto y con alta probabilidad malos, el primer trimestre será también negativo. Así que no cuente con un inicio de la recuperación hasta entrado el segundo semestre y eso contando con que el proceso de vacunación mejore el desbarajuste actual que me parece tan incomprensible como intolerable. Si la aparición del maldito bicho fue una sorpresa imposible de prever, hemos seguido el proceso de obtención de la vacuna al día. De tal manera que los retrasos actuales, la desorganización y la ausencia de protocolos claros solo puede ser achacada a esa lamentable falta de capacidad de gestión que acompaña a nuestros dirigentes. Mientras que la multiplicación de los casos de abusos aparecidos en su aplicación hay que achacarla a lo ‘listos’ que son algunos de ellos. No todos, pero sí algunos.

El desbarajuste actual de la vacunación me parece tan incomprensible como intolerable

Como consecuencia de todo ello crece el malestar popular. El viernes, la portada de este periódico hablaba de la preocupación de la policía por el incremento de las protestas y de su nivel de hostilidad, fruto de que muchos no pueden aguantar más tiempo el negocio que sostiene a su familia y otros ven como el horizonte de su vida se empequeñece ante tantas restricciones. ¿Qué va a hacer gobierno? No lo dude, tratar de explotar el efecto Illa en Cataluña y de difuminarse en el resto del país para evitar ser la diana de los ataques y las recriminaciones populares. Dos ejemplos: Uno, Pedro Sánchez ha dicho esta semana que el gobierno ha evitado tres puntos adicionales, en la caída del PIB «consecuencia de las medidas restrictivas adoptadas por la CC AA». ¡Vaya cara más dura! Dos, El CIS ha aupado al ministro al primer puesto en las encuestas catalanas. Menos mal que las elecciones americanas se celebraron hace un par de meses que, si no, José Luis Tezanos consigue que Salvador Illa, esa perfecta mezcla de cortesía e inoperancia, desbanque a Joe Biden.

Vamos con la economía que, ahora mismo, es un amasijo de incertidumbres. Esta semana hemos visto otro inexplicable rifi rafe en el seno del gobierno con el asunto de las pensiones. El ministro Escrivá ha sido vencido por el ala Podemos, con el apoyo de alguno de sus colegas, y ha vertido su frustración sobre los medios de comunicación. Supongo que para eso estamos. Así que no sabemos que pasará con ellas, si es que pasa algo. Las reformas laborales no acaban de encontrar su lugar entre las presiones ejercidas por sus colegas de gabinete y los sindicatos por un lado y la vicepresidenta Calviño, la patronal y, muy importante, Bruselas por el otro.

Entonces, ¿Dónde encontrará el gobierno la carnaza suficiente para acallar las protestas y justificar su inacción en estos temas? En la fiscalidad, un terreno que Bruselas elude; que dará dinero a corto plazo (ya veremos) para mitigar el apabullante crecimiento de los gastos debido a su generosidad inabarcable y al incremento de los gastos derivados de la pandemia y que siempre contenta a una buena parte de la ciudadanía. Así que prepare la cartera. ¿Nos ampara el Concierto? Si hay voluntad, sí.

He empezado el comentario con una constatación y termino con otra. Por culpa de esta crisis, han desparecido ya 109.400 empresas. ¿Somos conscientes todos de lo que cuesta crear 109.400 empresas? Pues eso.