Vicente Vallés-La Razón
- De momento, el presidente popular no tiene ninguna foto coprotagonizada por Vox, que pueda ser utilizada como arma de destrucción política masiva por sus rivales de la izquierda
Es muy común que un nuevo responsable marque alguna distancia con su antecesor en el cargo. Alberto Núñez Feijóo ya ha marcado varias respecto a Pablo Casado. Pero la más significativa se produjo ayer, cuando el nuevo líder del Partido Popular evitó acudir a la toma de posesión de Alfonso Fernández Mañueco como presidente de la Junta de Castilla y León. Desde el PP podrán ocupar horas, días, semanas y meses tratando de convencer a la concurrencia de que Feijóo sí quería estar en ese acto, pero no pudo porque tenía que reunirse con los sindicatos y la patronal. Ni siquiera se puede decir que el intento haya sido bueno. Lo que no es creíble, no cuela. Y esto, ni cuela ni es creíble.
Feijóo quería evitar el estigma que persiguió a Casado durante sus años al frente del PP: la foto de Colón. Así, de momento, el presidente popular no tiene ninguna foto coprotagonizada por Vox, que pueda ser utilizada como arma de destrucción política masiva por sus rivales de la izquierda. Lo hace a costa de dejar abandonado a su colega Mañueco, que tendrá que lidiar en solitario con las huestes de Vox, lo que será, sin duda, una pesadilla permanente. Al tiempo. Pero lo será también para Feijóo, porque el líder popular no puede pretender que resultará absuelto de esa coalición con la derecha de la derecha, que es un partido euroescéptico y amigo de personajes tan poco recomendables como el húngaro Orban o la francesa Le Pen. Nada es gratis, así en la vida, como en la economía, como en la política.
De manera que Feijóo no podrá impedir que su mandato al frente del PP quede condicionado por el hecho de que los populares hayan elevado por primera vez a Vox a tareas de gobierno. Que el PSOE haya hecho lo mismo con Podemos y que, incluso, se apoye en partidos cuya compañía es tan indeseable como Esquerra Republicana y Bildu, no convierte en justificable que el PP se coaligue con Vox. Si aquello que hace el adversario está mal, lo más conveniente es no repetirlo.