CARLOS HERRERA-ABC
- Cualquier cosa, un caso, no sé, del primo de la cuñada del suegro de uno que conoce que en tal población se dio algo parecido
Aestas horas en las que escribo, jueves mediodía y desde las arenas que pisan los romeros hacia El Rocío, estoy plenamente seguro de que hay una legión de husmeadores buscando desesperadamente alguna vinculación del PP en la compra de votos. La que sea, donde sea, cuando haya sido y aunque el caso esté cogido con alfileres. Tal vez cuando este ejemplar de ABC de hoy esté operativo hayan podido encontrar algo, o crear forzadamente un episodio que neutralice el de las detenciones del Partido Socialista en Mojácar; cualquier cosa, un caso, no sé, del primo de la cuñada del suegro de uno que conoce que en tal población se dio algo parecido y que con eso el diario sanchista y todos los polluelos de los portalitos de Belén puedan tirarse en tromba y a la desesperada, en las últimas horas de campaña electoral, a anunciar prácticas fraudulentas en la derecha de siempre, esos caciques eternos que tal y tal. Imaginen simplemente que lo de Melilla y Mojácar le ocurre al Partido Popular: no hace falta ser una lumbrera para entrever que en este mismo momento y de forma ininterrumpida toda la artillería mediática del sanchismo estaría enloquecida y gritando a coro «Ayuso dimisión». Tampoco tengo muchas dudas de que el Comando Marlaska ha movilizado todo de lo que dispone para cumplir la orden que a buen seguro le ha soltado un furioso Sánchez: «Fernando, encuentra lo que sea y hazlo ya». Lo intentaron queriendo meter con calzador a dos miembros del PP en la compra de votos en Melilla, pero hasta el diario independiente de la mañana no se lo creyó. El intento de mezclar al PP en el lío de Melilla sigue un argumentario un tanto tortuoso, pero el resumen no deja de ser que un partido muy progresista a fuer de islamista –que surgió del PSOE como un esqueje– socio del PSOE, cómo no, y amigo entrañable de la sopa de siglas de Sumar, incluidas ramas errejonistas y de Compromís, practicaba la compra de votos –con dinero o algo más– pero… ¡¡¡para conseguir votos para el PP!!! Y puede que haya esperanzados que se lo traguen.
Por lo demás, alguien con déficit visual en un ojo ha mirado la campaña del sanchismo: se las prometían muy felices con la francachela con Biden –en la que pareció que lo habían echado a la calle para que hiciera su rueda de prensa–, pero la entrada en suerte de Bildu, después Melilla y ahora Mojácar –lugar al que el inefable Felix ‘gracita’ Bolaños acudió a participar en un acto de apoyo a su candidato al que le aseguró que sería alcalde sin lugar a dudas–, ha desbaratado todas las ofrendas sanchistas que iba generosamente realizando de mitin en mitin. Y todo ha acabado enfocado en plebiscito: ¿echamos a este tipo o no? No era el plan previsto.
Les quedan apenas dos días hábiles para buscar por tierra, mar y aire: la Brunete está preparada para decir: ¡Paren las rotativas! Tic-tac, tic-tac, tic-tac…