Entrevista a FERNANDO SAVATER – EL MUNDO – 15/11/15
· Fernando Savater es uno de los filósofos más destacados. Y el más popular. Hombre de modales valientes, durante años anduvo con guardaespaldas, amenazado por ETA. Pertenece al grupo fundador de UPyD. Nunca esquiva una buena polémica. Y un día, este ciudadano alerta, escribió el Panfleto contra el Todo.
PREGUNTA.– Aprobada la declaración de independencia, ¿qué?
RESPUESTA.– Pues seguir en el disparate. Esto es algo que se ha dejado crecer quizá con la esperanza de que se marchitase. Intervenir cuando el proceso ha llegado tan lejos será complicado. Aunque tendrán que hacerlo. No se puede despedazar un Estado de Derecho por el capricho de cinco mentes iluminadas.
P.– ¿Cree que el Gobierno pedirá la aplicación del artículo 155?
R.– No existe una situación más extrema que ésta dentro del marco autonómico. Cataluña no es una entidad separada, sino una dimensión administrativa del Estado español. Y los que se llaman catalanes no son más que personas que optan por una forma de vivir o hablar relacionada con la idiosincrasia de su lugar. Pero desde el punto de vista político no son más que españoles empadronados en las provincias catalanas. Es decir: no existe esa Cataluña que proclaman, igual que no existen los catalanes en un sentido político real.
P.– ¿Quién es la autoridad en Cataluña?
R.– Parece que aquéllos que se han arrogado una autoridad paralela a la que realmente tienen. Esto es como si el presidente de una comunidad de vecinos decide un día vender por cuenta propia los pisos de su edificio. Una locura.
P.– ¿Hasta dónde se puede llegar en esta aventura?
R.– Ni idea. Trato de no pensar en los escenarios dramáticos, pero por otra parte no sé si esto podrá concluir sin cierto dramatismo. A un señor que se niega a aceptar las leyes se las tienes que hacer cumplir. Así funciona un Estado de Derecho.
P.– El nacionalismo sigue intentando hacer creer que votar está por encima de la ley…
R.– Eso es como poner el carro delante de los bueyes. El otro día Julio Rodíguez, el ex Jemad fichado por Podemos, comentó que él es partidario de la unidad de España pero al ser demócrata tiene que aceptar lo que decidan unos pocos en Cataluña. Pero eso, ¿qué quiere decir…? También las leyes racistas que se tomaban en Alabama hace 150 años se votaban democráticamente, lo que pasa es que los negros no podían votar. A ver si nos damos cuenta de que la unidad de España no es nada más que la unidad de los votantes.
P.– ¿A esto se ha llegado por un cúmulo de intereses desbordados, de desidias, de traiciones…?
R.– Sí. En la época en que a Pujol y a los suyos les iba bien (ahora sabemos cómo) hablar de separatismo era folclórico. Pero en cuanto el rodillo de la investigación sobre Pujol y su entorno se acercaba a la verdad, la secesión se convirtió en imperiosa.
P.– ¿Cómo afectará el asunto de Cataluña a las elecciones del 20-D?
R.– Mucho. Pero es que el separatismo es el primer problema de este país, lo que no le resta importancia a otros asuntos muy graves como el paro, la corrupción, la mala estructura educativa… La enfermedad profesional de la democracia en España ha sido el separatismo. Así han arrasado con todo, incluso con la Segunda República. No hay más que leer a Azaña. Por eso el celebrado Luis Companys, que fue fusilado por Franco, debió serlo antes por la República a la que traicionó.
P.– ¿Es sensata la propuesta del PSOE de contemplar la identidad nacional de Cataluña en una posible reforma de la Constuitución?
R.– Un Estado de Derecho sólo tiene una identidad política. Otra cosa es la identidad cultural, pero siempre bajo el marco de una ley común. Las identidades territoriales no existen en el sentido político. Caer en eso es caer en el juego del nacionalismo.
P.– Dice que lo de Cataluña es una intentona golpista.
R.– Lo es. Una intentona golpista no sólo se escenifica con tanques.
P.– Al final se esquivan los temas importantes para la gente: paro, corrupción, sanidad, educación…
R.– Está claro. Cuando escucho a alguien decir que no le interesa la política pero sí le preocupa la educación de sus hijos o las pensiones pienso que en verdad no sabe qué es la política. Lo que quiere decir es que no le interesa Cospedal, pero inevitablemente sí la política. Lo que hemos tenido es apolíticos y antipolíticos (sobre todo a partir del arranque de la crisis), pero nos ha faltado una juventud política, atenta, concernida.
P.– ¿El bipartidismo es hoy solución de algo?
R.– No creo que sea estupendo ni tampoco necesariamente malo, aunque el que no haya mayorías absolutas tiene mucho sentido.
P.– ¿Qué alternativa representan los partidos emergentes?
R.– Expresan que la gente se plantea otras cosas. En el caso de Podemos, más que una solución es una revancha. Sus propuestas se parecen al falangismo y a ese tipo de falsos progresismos. Denuncian males reales, pero quieren atajarlos con soluciones delirantes. En España hay mucha nostalgia del estalinismo y del falangismo, aunque paradójicamente esa nostalgia la suelen sentir quienes no han vivido esos regímenes. Más que votar a un sólo partido me gustaría poder votar propuestas concretas de distintas formaciones.
P.– ¿Cuál sería esa propuesta de Podemos que haría suya?
R.– Lo relacionado con los privilegios de la Iglesia.
P.– ¿Y qué ve en Ciudadanos?
R.– Surgió como una reacción al nacionalismo invasor, obligatorio y totalizante. Los que hemos padecido eso simpatizamos con Ciudadanos. En su oferta hay muchas medidas tomadas de UPyD, pero deformadas.
P.– ¿Por ejemplo?
R.– Acabar con el Senado pero acompañar eso de un areópago de presidentes de autonomías que puede ser peor. O la idea de que para despolitizar el CGPJ haya que suprimirlo. Pero aun así es una oferta política europea, moderna y sensata.
P.– Y con todo, UPyD cayó en desgracia, ¿cómo lo explica?
R.– Quizá pasó de moda. Nosotros proponíamos cosas que fueron inspiradoras del 15-M, como la batalla contra la corrupción. En la medida de nuestras fuerzas iniciamos una lucha por cosas importantes. Y sin tener a ningún medio apoyando. Por eso cuando alguna gente habla de su decepción con los políticos yo les diría que algunos nos hemos decepcionado con los ciudadanos.
P.– El PP parece que renunció ya a cualquier exigencia moral.
R.– Y tanto. Hay un artículo de Albert Camus en el que criticaba la división de la política francesa diciendo que la derecha se había quedado con el patrimonio del patriotismo y la izquierda con el patrimonio de la ética. Tiene bastante que ver con lo que está ocurriendo ahora.
P.– Mientras, el PSOE a la deriva.
R.–Se han entregado al nacionalismo y a los pequeños reinos de taifas de las autonomías. La culpa de la deriva fragmentadora de este país es culpa, en gran parte, de los socialistas. Han fallado completamente. Y cuando hablo de los socialistas hablo también de los periódicos y las radios que los han apoyado. Es decir, de todo ese área de centro izquierda que favoreció el nacionalismo.
P.– El bajo nivel en el debate político en España ¿genera monstruos?
R.– Bastantes. En las provincias españolas predomina el caciquismo local, como ya denunció Ortega en los años 20. Por eso no basta con reformar sólo el Estado, hay que reformar también la sociedad y su visión de la ciudadanía y la solidaridad.