EL MUNDO – 21/03/15
· Miles de tunecinos se concentran en la capital para decir ‘no’ al terrorismo Las calles piden «mano dura» contra la violencia del Estado Islámico.
Muchos habían confeccionado sus propias pancartas pintando lemas en árabe y francés en trozos de cartón. Je suis Bardo, exhibía un grupo de jóvenes. Nous sommes Bardo, agitaban otros. Consignas de Todos somos Bardo que hacían referencia al atentado contra el emblemático Museo Nacional del mismo nombre y que recordaban a los eslóganes que hicieron famoso el rechazo mundial contra los atentados de Charlie Hebdo, el pasado enero en París. Los tunecinos se sienten golpeados por el mismo rostro terrorista que amenaza a España o Francia.
«Estamos aquí para decir que no hay lugar para el terrorismo en Túnez. Los tunecinos no queremos tener miedo y nos vamos a defender contra esta lacra», declaró a este periódico Sihem Dajli, bibliotecaria de 60 años que trabaja en la Biblioteca Nacional. «Estamos indignados por lo que ha pasado en nuestro país pero a la vez muy tristes», proseguía pese a la estruendosa música tecno que emitía una carpa colocada en la plaza para la ocasión.
Los niños lucían en la cara o en la frente pegatinas con la inscripción en árabe Túnez libre y los mayores se afanaban en dar un ambiente festivo a tan doloroso aniversario. «No necesitamos jornada de duelo. ¡Queremos vivir!», exclamaba un sindicalista.
Decenas de furgones y vehículos policiales salpicaban el bulevar. La presencia policial –los agentes iban provistos de chalecos antibalas, cascos y fusiles– era abrumadora. Muchos pedían mano dura contra los terroristas. «A los políticos les digo que apliquen toda la ley para castigar a los responsables», afirmaba la bibliófila Dajli. Opinaba lo mismo Aziz Judja, filólogo y profesor, buen conocedor de la ciudad de Madrid. «La reacción del presidente ha sido floja. El Gobierno tiene que tener más mano dura e imponer penas largas de cárcel como en tiempos de Burguiba», opinaba en referencia al padre del Estado tunecino y presidente entre 1956 y 1987.
«Más que nunca, hay que celebrar nuestra fiesta de la Independencia con la cabeza alta», titulaba en su primera página el diario La Presse. «Lo primero que tenemos que hacer los tunecinos es continuar con nuestra voluntad de preservar lo que hemos logrado tras la revolución. Si el terrorismo va a cambiar nuestra agenda y nuestro modo de vida, ellos ganarán», afirmaba a EL MUNDO el periodista y activista defensor de los derechos humanos Omar Mestiri. «La mejor prevención contra el terrorismo es la libertad», añadía.
El presidente, Beji Caid Esebsi, se dirigió a la nación tras haber prometido el miércoles combatir el terrorismo «sin piedad». «El primer reto es el de la seguridad», reconoció, apelando a la «unión nacional». El país «afronta una guerra real contra el terrorismo que hace necesaria la unidad nacional ante la gravedad de la amenaza», añadió en un discurso televisado.
Horas antes, Esebsi había recibido al ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, de visita en Túnez para expresar la solidaridad de París con el «combate contra todas las formas de barbarie terrorista».
Esebsi, un político laico y burguibista–fue ministro durante su Presidencia– que ganó las elecciones presidenciales del pasado 21 de diciembre, estuvo toda la campaña electoral incidiendo en la seguridad y la estabilidad del país como temas prioritarios. Su partido, Nidaa Tunis (La Llamada por Túnez) se impuso en los comicios legislativos de octubre a los islamistas moderados de En Nahda. «Hay cierta decepción tras las elecciones, porque el discurso de ‘o nosotros o los islamistas’ ha dividido al país», señalaba Mestiri.
«Este Gobierno todavía no ha tenido la fuerza de poner en marcha decisiones que solucionen los problemas cotidianos, en medio de una crisis económica», continuaba. «Hay una impresión en la sociedad tunecina de que el Gobierno es débil e incompetente. Y los problemas se agravan: la corrupción, la economía sumergida, el contrabando… sin hablar del terrorismo», decía. «No podemos vencer al terrorismo sin atacar el mercado paralelo, las mafias y el contrabando», concluía.
El terrorismo yihadista se alimenta del contrabando de armas y se beneficia de las porosas fronteras entre Túnez, Libia y Argelia. Expertos estiman que la economía informal es ya el 50% del PIB tunecino. A estas alturas, todos tienen claro en Túnez que el terrorismo y la precariedad económica se retroalimentan. «Todos estamos contra el terrorismo, pero no debemos olvidar la verdadera enfermedad» que acosa a Túnez, señalaba en su editorial La Presse en referencia a la difícil situación económica por la que atraviesa el país.
«Hace 59 años, el líder Habib Burguiba decía que la verdadera batalla por la independencia y por la dignidad era la batalla económica. La gran batalla la llamaba», recordaba el diario reclamando a la clase política que atendiera esta acuciante realidad que cada día golpea a los hogares tunecinos.
«Los terroristas han venido a por los turistas y esto es un duro golpe contra el sector, que se va a ver afectado. Por favor, transmitan en España el mensaje de que los tunecinos somos un pueblo abierto y tolerante y que queremos que los turistas sigan viniendo», pedía Judja, quien estudió en la Universidad Autónoma de Madrid. Más del 10% de la población del país vive del turismo.
Una realidad, la de la penuria económica, que corría paralela al ambiente conmemorativo y reivindicativo de ayer. Los atentados se han producido en una fecha crucial, en medio de un receso vacacional que coincide con el aniversario de la Independencia, el Festival de la Canción Tunecina y la Fiesta de la Juventud, que se celebra hoy. Además, la capital acoge del 22 al 24 el Foro Social de Túnez, un festival al que asistirán medios alternativos de todo el mundo árabe. Y, a continuación, el Foro Social Mundial, que ha decidido mantener su convocatoria pese a los sucesos del miércoles.