Francia pelea por tierra en Mali 16/01/201316/01/2013 by fundacion / EL MUNDO 16/01/13 · Sus tanques se preparan para recuperar el control de la localidad rebelde de Diabali. Francia ya combate pie a tierra en Mali. Lo que el viernes pasado se inició como una intervención aérea para frenar el avance del grupo islamista Ansar al Din sobre la capital, Bamako, ha evolucionado en pocos días hacia un guerra de guerrillas en la que el ejército galo se halla, por el momento, prácticamente solo. En efecto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas respaldó el lunes, como se esperaba, la operación Serval. Pero en ningún caso se habló en Nueva York de crear una fuerza de cascos azules para pacificar la zona. Eso sí, «Francia tiene la comprensión y el apoyo de todos los miembros», según comentó a la salida el embajador galo en la ONU, Gérard Araud. Y la misma actitud han mostrado estos días la OTAN y la Unión Europea, que consideran que la República Francesa ha acudido unilateralmente a la llamada de auxilio de una nación amiga y ex colonia. España, de momento, sólo participará en la operación permitiendo «algunos sobrevuelos del espacio aéreo español» por parte de aeronaves francesas, según explicó ayer el ministro de Defensa, Pedro Morenés, que precisó que mantiene su ofrecimiento de enviar instructores militares para entrenar al ejército maliense, informa Roberto Benito. Así que los soldados galos siguen llevando la responsabilidad de esta campaña, ya que, de los 3.300 efectivos que conforman la fuerza multinacional reclutada por la Comunidad Económica de los Estados de África del Oeste (Cedeao) para cumplir con la resolución 2085, sólo 900 nigerianos han llegado a la capital maliense. ¿Y sus compañeros previstos de Níger, Burkina Faso, Togo, Benin y Senegal? «Irán viniendo a lo largo de esta semana», informó un portavoz de Defensa en Bamako. En la mitad de tiempo, 400 infantes de marina y legionarios galos ya llevan dos días en Mali y hoy deberían seguir los pasos de esos 40 tanques que, llegados el lunes de Costa de Marfil, se proponen reconquistar Diabali: una pequeña ciudad al oeste del país que los yihadistas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi) ocuparon a primera hora del lunes, atravesando para ello la permeable frontera sur mauritana. Para ir preparando el ataque, los Mirage y Rafale galos bombardearon ayer metódicamente la localidad, situada a 400 kilómetros de la capital. «No hay que confiarse porque nuestros enemigos no son una cuadrilla de tropas rebeldes sin formación ni material, sino que están muy preparados, disponen de armamento pesado y saben usarlo», advertía anoche el titular de Defensa Jean-Yves Le Drian. Y el general Vincent Desportes, antiguo Director del Collège Interarmées de Défense, se expresaba en Le Monde en términos similares: «El Sahel es una región sin control donde conviven traficantes de armas y drogas con terroristas. Se han financiado todos estos años con secuestros y las diferentes facciones de yihadistas que se reparten el territorio (Aqmi, Ansar al Din y Muyao) han heredado buena parte del arsenal del antiguo ejército de Gadafi. Para colmo, se trata de luchadores experimentados, ya que en sus filas se mezclan tuareg que han hecho la guerra en Libia, en cualquiera de los dos bandos, con yihadistas de diversas nacionalidades venidos de Siria o Afganistán. Esta guerra no será corta», añade el general. Francia va a desplegar hasta 2.500 militares según anunció el ministro de Defensa, Yves Le Drian. Además, París cuenta con los aviones de transporte británicos, belgas y canadienses para seguir desplazando efectivos y armamento a un conflicto que los expertos juzgan consecuencia directa del libio y tan peligroso como la ocupación de Afganistán. ¿Por qué? Pues porque los islamistas, con su abandono masivo el lunes de las ciudades norteñas de Gao, Kidal y Tombuctú, que ocupaban desde enero de 2012, apuntan a querer jugar al ratón y el gato con esas unidades galas de tierra que desconocen el país y una tropa maliense mermada por las deserciones y mal entrenada. Aunque Marruecos y Argelia han anunciado el cierre de sus fronteras, con los 150.000 refugiados y 230.000 desplazados que anunció ayer la ONU, será difícil cercar a los terroristas en el noroeste, como desea la coalición internacional. La época de las lluvias, que está a punto de empezar, juega además a su favor. «Ahora el peligro es que [Mali] termine convirtiéndose en un nuevo Afganistán», señala el general Desportes. EL MUNDO 16/01/13