EL CORREO 28/09/15
TONIA ETXARRI
Con los resultados de estas elecciones plebiscitarias camufladas, queda patente la división de la sociedad catalana, prácticamente al 50%, el fracaso de quienes las convocaron a pesar de haber ganado y el ‘pinchazo’ de la gran alternativa populista de izquierdas representada por los socios de Pablo Iglesias. El bloque independentista ha ganado en las urnas, virando a la izquierda. Irrefutable.
Pero, dada la alta participación sin precedentes de los electores, Artur Mas tendrá que reconocer que su candidatura, a pesar de haberse unido a Esquerra Republicana de Cataluña, a los ‘lobbies’ de la ANC y Òmnium Cultural, de haber movilizado a artistas, futbolistas y cantantes, ha perdido en escaños y votos en relación a las últimas elecciones de 2012.
A partir de hoy, el cuarto de la lista de Junts pel Sí y presidente en funciones de la Generalitat verá que, con la fuerza que tiene, podrá formar gobierno si la CUP se aviene. Pero, ¿con qué programa? Porque en su campaña no ha presentado ningún plan que no fuera el de la desconexión del resto de España.
¿Cómo piensa gestionar los problemas de los ciudadanos catalanes mientras se entretiene en su hoja de ruta? ¿Con los pensionistas, los funcionarios, la enseñanza, la atención sanitaria? No puede desgastar más a los sufridos contribuyentes que han tenido que soportar tres citas electorales en cinco años. Y no ha conseguido suficiente apoyo social para llevar a cabo su plan de ruptura con el resto de España.
Teniendo en cuenta que, en el año 2012, entre Convergència y Esquerra Republicana obtuvieron 71 escaños, los candidatos del Junts pel Sí no han logrado decantar la balanza de la numerosa participación de votantes hacia su causa.
El cuerpo electoral, en votos, se ha pronunciado claramente en contra de la secesión. Quizá porque Artur Mas se temía un resultado similar, ya avanzó que, para su recuento, tendría en consideración el resultado en escaños para declarar, si procede, la independencia de Cataluña. Pero a pesar de que la ley favorece a los nacionalistas porque los votos para conseguir un escaño en las zonas menos pobladas son más fáciles de conseguir (48.000 en Barcelona; 30.000 en Tarragona y Girona; 20.000 en Lleida), con los resultados en la mano, no procede.
Porque no han ganado en votos. Los partidos que no quieren la independencia han logrado más de un 52%. Un dato para la reflexión. Para que los rupturistas echen el freno cuando ya estaban a punto de lanzar a media sociedad al abismo.
El voto constitucionalista ha primado a la opción de Ciudadanos, hasta situarlos como la segunda fuerza. Los escaños que gana el partido de Rivera son, además de los que ha perdido el PP, el efecto de voto útil. Los socialistas, a pesar de su división interna, han conseguido salvar los muebles. Los de Catalunya sí que es Pot han recibido voto de castigo después de una campaña escurridiza y ambigua en relación a la secesión.
Dos conclusiones para las próximas semanas. El separatismo unilateral se irá desinflando. Sería arriesgado proyectar estos resultados hacia las elecciones legislativas, como pretende Pedro Sánchez, porque los votos en autonómicas y en generales no suelen ser equivalentes.