Iñaki Ezkerra-El Correo
El discurso del desprecio a los mayores se extiende por la España de las crisis
Es una sombra que se va extendiendo por la España de las crisis -la sanitaria, la política, la económica…- y a la que no le hemos prestado la atención que merece: el discurso del desprecio a los mayores. De todas las lacras de Podemos que han ido saliendo a la luz, ésa es la más impune porque no se denuncia en ningún juzgado y se parapeta tras la clásica esperanza en el relevo generacional. Entre el tópico de que «la política necesita savia joven» y la tesis de que la gente de setenta y tantos años «tiene que tomar ejemplo de Ratzinger y coger un helicóptero e irse a Castel Gandolfo o a la mierda» hay un salto cualitativo que es el mismo que separa el «juventud divino tesoro» de Rubén Darío de las ideas programáticas de Adolf Hitlter.
La generosa oferta que permitiría a los setentones optar entre Castel Gandolfo o la mierda como destinos de residencia es del secretario general del partido morado y la dio a conocer en un debate (llamémoslo así) del Partido Comunista de Zaragoza en el año 2013. El vídeo que la reproduce es tan fácilmente localizable en Internet como ese otro en el que se entrevista con los coleguis de una herriko taberna para ensalzar la inteligencia de ETA. Si este último es de una extraordinaria gravedad, el primero no lo es menos. Esas palabras nos remiten al capítulo más tenebroso del siglo XX y chirrían en la Europa de hoy. A ese discurso no se han atrevido aún las extremas derechas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y, si el monólogo de ese mismo líder populista en la herriko taberna nos sirve para entender sus complicidades políticas con los herederos ideológicos de la banda armada, este otro monólogo contra los jubilados arroja una inquietante luz sobre la pragmática frialdad gubernamental con la que se está tratando al sector más añoso y vulnerable de la sociedad durante la crisis del Covid-19.
De momento es una sombra, pero una sombra que avanza en la escena pública. Pienso en otro vídeo viral en el que el famoso presentador de un ‘reality show’ -‘Sálvame’- se defiende de las personas mayores que critican su programa diciendo cosas tan brutales como «estos señores que están a punto de palmarla» o «algunos llevan el signo de la muerte en la cara». Al parecer esas palabras son de hace un año y se han descontextualizado durante el estado de alarma, pero qué contexto realmente alarmante podría justificarlas. Pienso también en la explicación de la residenta de la Comunidad de Madrid sobre la tragedia de los contagios en las residencias: «No ha habido dejación ni negligencia; ha habido pragmatismo». ¿Es el pragmatismo una palabra que exculpa o más bien que autoinculpa? De momento es una sombra, sí.