El Congreso aprobará el viernes unos Presupuestos en los que no creen ni Bruselas, ni los analistas más prestigiosos, ni el Banco de España, ni la AIReF, ni por supuesto la oposición, que no podrá impedirlo dada la actual correlación de fuerzas. Y ello a pesar de que el bloque que votará a favor tiene más fisuras internas que el volcán de La Palma en plena erupción. El Gobierno está severamente dividido y dentro de los dos partidos que lo forman se han abierto nuevas y profundas grietas. Podemos llama «miserable» y «cobarde» (la ley del ‘sólo el sí es sí’ prohibe los piropos, pero no dice nada de los insultos) a Yolanda Díaz y en el PSOE, la derogación del delito de sedición, que se aprueba el mismo día para que quede claro que no tienen nada que ver una cosa con la otra, ha abierto muchas grietas internas, aunque no se vean en superficie.
Dudo mucho que el resto de los partidos que apoyan la Cuentas desde fuera las hayan leído, salvo en aquella parte que les atañe a cada uno directamente, lo cual no impedirá que entreguen su voto sin dudar ni un segundo. ¿Por qué? Pues porque todos ellos prefieren esta situación a cualquier otra. Han olido sangre y han visto cómo el consumidor (gobierno) admite las subidas de precio (concesiones) sin rechistar. Por eso aprobarán unos Presupuestos que son caros por dentro (récord de gasto) y por fuera (cesiones a todo el mundo sin regateo previo).
Concentro la crítica en varios apartados. Primero, carecen por completo del menor análisis coste/beneficio. No hay quien se oponga a los gastos uno a uno y nadie que pierda el tiempo analizando si se puede hacer lo mismo con menos dinero o más con el mismo coste. Segundo, el capítulo de ingresos desconoce que el 20% de los incrementos de recaudación actuales procede de la inflación. Y aparte del escándalo que supone el hecho de que mientras los precios ahogan a los ciudadanos el Estado se beneficie de ello, el alivio desaparecerá si la inflación también desaparece. Tercero, los gastos se cumplirán, porque si siempre se cumplen o se incrementan cómo no iban a hacerlo en año electoral. Cuarto, el Banco de España señala, y la UE advierte, de que hay que empezar a cerrar los déficits estructurales y reducirlos para aplicar las nuevas reglas de estabilidad. El Gobierno prevé un 3,9%, mientras que la AIReF apunta a un 4,6%. Quinto, todo ello es consecuencia de que nadie, fuera del despacho de Nadia Calviño, se cree la previsión de crecimiento y la sitúan en la mitad.
Conclusión: los Presupuestos de 2023 se aprobarán con mucho votos pero pocos aplausos. Hay que apurar, que hay que votar la sedición y toca pagar.