Santiago González-El Mundo

Las desgracias nunca vienen solas. Estábamos en vísperas de la Diada, que no va a ser acompañada por el tiempo, y el encuentro en la cumbre de las delegaciones del PSOE y de Unidas Podemos se resolvió en fracaso. No podía ser de otra manera; la vicepresidenta Calvo y el pobre Echenique tenían grandes dificultades para encontrar un acuerdo. No podía ser de otra manera cuando los interlocutores carecían de un diccionario común y no valoraban los mismos hechos. Carmen Calvo, esa fenómena, tuiteaba de víspera su desconsuelo: «Hicimos una oferta razonable y recibimos una negativa. UP quería abarcar prácticamente todo el Gobierno, sin respetar la mayoría que las urnas han dado a los socialistas». Monedero la contradijo: «¿Cuándo ha querido Unidas Podemos todo el Gobierno?» y tenía razón, sin que sirva de precedente.

Pablo Iglesias, que ayer escenificó el pase del desdén hacia lo que estaban negociando encarnizadamente sus menestrales, tuiteando su interés por el partido Argentina-Serbia, había explicado al menos en un par de ocasiones el número de ministerios al que aspiraba en proporción a los votos y, alternativamente, en proporción a los diputados de cada grupo de la coalición a la que aspira.

Calvo y Echenique se reunieron para no entenderse, aunque en esta ocasión, definir el desencuentro les ha costado una hora menos que el jueves. Algo han avanzado. Ahora ya están de acuerdo en que no habrá reunión en la cumbre-cumbre, o sea el encuentro Pedro-Pablo. Una pena, porque como dice Iglesias con ese peculiar gracejo suyo: «¿Las negociaciones habrían ido mejor conmigo? No lo sé». Quiere decir que sí, pero que su modestia le impide decirlo en términos más rotundos.

Pedro Sánchez quería una negociación que le saliera barata, no tener que pagar por algo que en su opinión se le debe gratis. Seguramente se ha inspirado en la segunda parte de El Padrino, concretamente en la secuencia del encuentro entre Michael Corleone y el senador Pat Geary en la casa del lago Tahoe durante la primera comunión de su hijo Anthony: «Mi oferta es esta: nada. Ni siquiera el precio de la licencia. Usted tendrá la amabilidad de pagarla por mí». O sea, que muy probablemente, no parece que haya una nueva oportunidad para ahorrarnos las cuartas elecciones en dos años. El doctor Sánchez se encamina hacia su tercera investidura fracasada, salvo que exponga al Rey su decisión de dejar pasar el encargo que el Jefe del Estado a afrontar la investidura.

La posibilidad de que Iglesias anuncie a Felipe VI su disposición a apoyar a Sánchez gratis es más bien escasa. Aunque todo es nebulosa. Echenique hace de portavoz de sus interlocutores socialistas y desvela que le han contado que declinaría un nuevo encargo real para someterse a investidura si no hay un acuerdo previo. Hacerse un Rajoy podría llamarse la figura, si no fuese porque el ex presidente no tenía apoyo alguno para instalarse en La Moncloa. Sánchez sí los tiene, pero como Corleone aspira al gratis total, no quiere pagar ni siquiera el precio de la licencia.