Hablar o no hablar. ¿A quién beneficia el silencio de los etarras?

IÑAKI ARTETA – LIBERTAD DIGITAL – 09/06/15

Iñaki Arteta
Iñaki Arteta

· ¿Deberíamos escuchar a los asesinos de ETA? ¿El silencio de los verdugos está beneficiándoles en el presente? ¿Qué voces necesita la memoria?

Hace unas semanas el ex–etarra Iñaki Rekarte era entrevistado en la Sexta en el programa «Salvados» en prime time. Además, ese mismo día salía un reportaje de varias páginas en El Mundo. Así son las promociones de los libros. Pero no se trata de un libro cualquiera escrito por una persona cualquiera. Resulta novedoso, por inédito, escuchar a un ex–terrorista contando sus experiencias en televisión. Cómo fue su «trabajo», lo superficial que le pareció entonces ejecutarlo, cómo se hizo adepto a «la causa», cómo se relacionaba con los suyos, lo que le costó salirse del entramado pro–etarra, etc…

Asesino es la etiqueta de la que no puede desprenderse nadie que haya quitado la vida a un semejante. Mató y no hay nada peor. Como la etiqueta de víctima: se perdió lo que se perdió, no hay vuelta atrás, luego uno lo llevará dentro siempre. Y siempre es siempre.

Un tipo habla, escribe acerca de su horrible pasado y dice estar arrepentido. Ese tipo que hizo tanto daño, que estuvo en un grupo organizado para hacer daño sistemáticamente, cuenta detalles personales, motivaciones, reflexiones, cambios, maduración, reconversión…

Se le puede creer o no, se le puede perdonar o no. Esto depende únicamente de cada uno. Pero pienso que no hay que despreciar que una persona relacionada con algo tan terrible, exprese en público su experiencia, siendo además su relato desmitificador y contrario a lo que le impulsó en su día a hacer lo que hizo. Pensemos, por ejemplo, en Teo Uriarte, aunque es cierto que no mató a nadie, su vida desde los primeros años de la transición ha sido ejemplo de lucha contra la propia ETA y la ideología que la sustenta, bajo amenaza de muerte.

Escuchar a los miembros de esa cadena que tanto daño ha hecho a nuestra historia reciente es no dejarlos en el olvido, es impedir que pasen a «la reserva» sin explicarse. Son humanos y su humanidad les hizo elegir el mal. Hay que saber lo que pensaron cuando estaban operativos pero también lo que piensan hoy. Sería un buen termómetro para conocer la comodidad o incomodidad con la que se manejan en nuestra Comunidad. Si están orgullosos o si se sienten protegidos, mal asunto…

La comodidad de los «buenos» («no quiero ni verlos ni oirlos») y el propio silencio de los auténticos verdugos, benefician a su historia y no digamos a su presente.

Aunque sea desagradable e incómodo, escuchándoles entenderemos mejor las raíces del mal que les empujó a hacer lo que hicieron, lo que es una herramienta básica para combatir ese mal y otros similares, sin ninguna duda.

Naturalmente esto es duro para las víctimas. Las víctimas viven la paradoja entre querer olvidar, que no se les recuerde lo que sufrieron y la memoria de los muertos, que no se olvide nunca lo que pasó. Pero la sociedad debe conocerlo todo, no olvidarlo y honrar a las víctimas. Porque lo que ocurrirá es que los familiares de las víctimas morirán, así como los que asesinaron (arrepentidos después o no) mientras la ideología por la que se mató (nos mató a todos un poco) seguirá entre nosotros. Eso me parece lo verdaderamente relevante. El problema no es que un ex–militante terrorista diga en público que se arrepiente o que lo hizo de muy buen gusto y lo volvería a hacer, el verdadero problema es que los buenos hemos permitido (legalizado) en nuestra sociedad la ideología que permitió todo ese horror.

El perdonar sí o no a las personas es asunto de cada cual, lo que no debemos perdonar jamás es la ideología que les llevó a hacer lo que hicieron.

La cuestión no es discutir si diciendo lo que dicen de su pasado en público se están riendo de las víctimas, la cuestión es que se están riendo de todos nosotros (víctimas y no víctimas) todos los días, se ríen desde las instituciones, desde la televisión pública vasca, se ríen los que van a tener más poder en los ayuntamientos, sonríen en la intimidad los que pasaron información para asesinar y no han tenido, ni tendrán probablemente ningún problema por ello, se ríen cuando los niños a los que educan en las aulas, blanqueando su pasado e impartiendo su ideología como una más entre tantas, cantan sus canciones, siguen sus consignas; se ríen a carcajadas en las manifestaciones legales por el centro de las capitales vascas para reivindicar a sus presos (es decir, su pasado), ríen relajadamente mientras beben y pasean tranquilos por los ámbitos seguros y limpios que la democracia ha ido construyendo a pesar de ellos. Ríen porque a pesar del mal que hicieron, los buenos se lo hemos perdonado dejándoles espacio, porque «…es que ya no matan».

Ya empieza a resultar que nadie agitó el árbol de las nueces, que no se sabe quién o si alguien las recogió, incluso se pone en duda que las nueces existieran.

Colabora con Iñaki Arteta en la financiación de su próxima película documental, 300Su propósito será denunciar los crímenes de ETA sin resolver gracias a la incompetencia y complicidad en el delito, consciente o inconsciente, de instituciones, políticos y sociedad.

Su anterior proyecto fue 1980.

Teaser del nuevo proyecto de documental de Iñaki Arteta. from Leize Producciones on Vimeo.