Otegi, un hombre de paz, vino a decir Zapatero, aunque a algunos socialistas no les pareció bien: “Quienes hablan de Otegi como hombre de paz deberían recordar a Ernest Lluch”, a lo que respondió el batasuno: “quien primero habló de Otegi como hombre de paz fue vuestro presidente Zapatero”. Otegi pidió perdón el lunes, según explicó de aquella manera El País: “Es la primera vez que sin ambigüedades ni circunloquios la izquierda abertzale pide perdón (sin usar esa palabra expresamente) a las víctimas de ETA. El pasado día 7, José Angel Prenda, el de la Manada, reconoció los hechos en los términos en los que los describe la sentencia, mostró su arrepentimiento y pidió perdón a su víctima y a los familiares de la muchacha. Qué cosas. Otegi pidió perdón de manera no explícita y sigue siendo un hombre de paz. Y el Prenda, que lo hizo con todas las palabras, ¿no es un hombre de amor?
“Sentimos su dolor y afirmamos que nunca debió haberse producido. No se debería haber prolongado tanto en el tiempo, lo que si bien se mira es contradictorio con que nunca debió haberse producido. Entre los dos términos del oxímoron proniunció una sentencia notable: “A nadie puede satisfacer que aquello sucediera”. No debería pero satisfizo, recordemos a De Juana Chaos tras el asesinato de Jiménez Becerril y su esposa: “Sus lágrimas son nuestras sonrisas y acabaremos riendo a carcajadas. Con esta acción, no necesito comer en un mes”. El mismo tipo pidió a la cárcel de Melilla champán, una tarta y un kilo de langostinos para celebrar el asesinato de Tomás Caballero. “Se me remueven las tripas de gusto”, anotó en su diario Nieves Sánchez del Arco al enterarse del secuestro de Cosme Delclaux.
No hay novedad alguna en el comportamiento de Otegi. Hace unos días, después de ver la película de Icíar Bollain sobre Maixabel, recordé unas palabras de Otegi en las que manifestaba su “enorme respeto por Maixabel y su hija” por su actitud “muy constructiva y respetuosa con todo lo que ha sucedido en el país”. Lo cual no le ha llevado a condenar en ningún momento el asesinato de su marido y padre, no confundamos los términos, que una cosa es libertad y otra muy distinta librería.
La prensa amiga muestra su alborozo por el reconocimiento expreso del daño causado, cosa que ETA siempre había hecho; estaba en sus comunicados de reivindicación. Esto es de siempre: Mario Onaindía lo contaba en la presentación de una novela de Jorge Martínez Reverte, en la que negó la posibilidad de una novela policíaca vasca: “aquí el crimen se reivindica”.
La izquierda abertzale se jactaba del daño que ETA había producido, de que ese daño era irreversible y mostraba su impúdica identificación con los asesinos: “¡Los nuestros en la calle y los vuestros en el hoyo!” gritaban en Eibar a los manifestantes de la AVT. Patxi López ya prefiguraba lo suyo de ahora el 13 de noviembre de 2005 en que fue entrevistado por Gara y aceptaba la posibilidad de un acuerdo con Batasuna: “democracia es libertad de pacto, libertad de alianzas, que cada uno lo interprete como quiera”.
En el momento actual, Patxi se ve mucho más próximo a Otegi de lo que se ve el PNV. Ya en el proceso de paz de Zapatero, Josu Jon Imaz abortó la mesa de partidos que ‘los gorrinos’ aceptaban en Loyola. ‘El triángulo de Loyola’ se titula uno de los mejores libros que se han publicado sobre la negociación de Zapatero con ETA. Todo el que quiera conocer la doblez de Eguiguren debería leerse este libro de Imanol Murua. Y la entrevista en El País a Zapatero el 24 de abril de 2005, cuando este le mintió a Jesús Ceberio que hubiese ningún diálogo, ningún contacto entre los socialistas y gente que pueda representar am la extinta Batasuna. Eguiguren llevaba negociando con Otegi en el caserío Txillarre desde 2001.