Imposición

María Maizkurrena, EL CORREO, 9/10/12

Bildu no parece tener paciencia con los tiempos de expansión y regeneración de una lengua

Nunca me ha gustado el artículo 3.1 de la Constitución española, el que dice que todos los españoles tienen el deber de conocer la lengua oficial del Estado. Puestos a buscar modelos, me gusta más la manga ancha de la Constitución de los EE UU, que no tienen, así en conjunto, una lengua oficial. ¿Cómo se puede exigir el conocimiento de un idioma, aunque sea el oficial de un Estado o de un territorio? ¿Cómo se le puede exigir a una anciana de Mendata o a un señor de Elantxobe que conozcan el castellano? La administración pública debe garantizar que todo ciudadano tenga acceso a sus servicios y que pueda ejercer sus derechos aunque esa persona no conozca o no domine la lengua oficial. Lo que tendría que hacer el Estado es ponerle un intérprete en el caso de que lo necesite, pero ponerle trabas es antidemocrático e inhumano. Bueno, pues eso es lo que hace Bildu en Gipuzkoa: poner trabas a quienes no dominan el euskera. Así que por lo mismo que no me gusta el punto 1 del artículo 3 de la Constitución española, no me ha gustado la decisión de Bildu de exigir el conocimiento del euskera para relacionarse con la administración foral guipuzcoana. Lo de pedir el el título EGA a los directores de obra de las empresas que liciten obras públicas en este territorio ya me parece, como suele decirse, cosa de locos, aunque en esta ocasión el delirio sea planificado, una bonita paradoja, o quizás no, quizás tan sólo un plan un poco exagerado, algo así como una apisonadora o la revolución cultural maoísta.

A Iñigo Urkullu, exigir el conocimiento del euskera en la contratación de obras públicas le parece «un error total». «No creemos en la imposición por mucho que el euskera sea nuestra lengua», ha dicho. Alba Gutiérrez, de Ezker Batua, pidió a la Diputación de Gipuzkoa que «evite la exclusión lingüística y apoye al euskera desde la tolerancia». Antonio Basagoiti comparó el, digamos, «estilo político» de Bildu con el de los nazis, y aunque nos pueda parecer fuera de lugar la comparación, no lo es tanto si analizamos la cuestión en detalle. La candidata a lehendakari de EH Bildu, Laura Mintegi, afirma que la iniciativa de la Diputación «no es una medida discriminatoria hacia el castellano, sino que busca la paridad». Y nadie dice que sea una medida discriminatoria contra el castellano, que ni siente ni padece, sino que lo es contra los castellanohablantes o, para afinar más, contra aquellos castellanohablantes (o hablantes de lo que sea) que tienen la desgracia de no saber euskera. En fin, Bildu no parece tener paciencia con los tiempos de expansión y regeneración de una lengua, que es cosa de varias generaciones. Para acelerar el proceso yo les recomendaría unos campos de reeducación para la población no euskaldun, aunque en algunos casos el campo de internamiento debería abarcar comarcas enteras. Pero con voluntad y una buena dosis de coerción todo puede lograrse. Ánimo.

María Maizkurrena, EL CORREO, 9/10/12