Inestimable ausencia

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 31/7/12

En unos momentos en que la política es protagonizada por «profesionales», y sus ideas producto de técnicos en publicidad, la desaparición paulatina, por razones de edad, de personas que desde la racionalidad, la ilustración, y el humanismo hicieron posible la gesta de la Transición, se echan más de menos. Conocí algo a Gabriel Cisneros, que dejó en mí una huella de excelente persona y sano político, pero mucho más, y desde hace muchos años, a Gregorio Peces Barba.

Le conocí durante el proceso de Burgos, donde la defensa que se gestó quiso dar la apariencia de representar a toda la España contestataria al franquismo, incorporando abogados como don Gregorio, representante del socialismo y republicanismo español, y Solé Barberá, representando a los comunistas catalanes. Hace unos cinco años, en un encuentro con víctimas del terrorismo, cuando asumió el comisariato que Zapatero le ofreció, a una pregunta del por qué su presencia en aquel proceso, que acabaría fortaleciendo no sólo a ETA sino resucitando a todos los nacionalismos periféricos, me confesó que no sabía cómo ETA iba a acabar, que nunca esperó que acabase en algo tan aberrante, y que desde luego, él estuvo allí para defender a unos reos carentes de defensa legal ante una dictadura.

En aquellos mismos momentos del proceso, en la tumultuosa Sexta Asamblea de ETA que se celebraba, dando lugar a varias escisiones, alguien tuvo la osadía de adelantar la crítica sobre la presencia de aspectos fascistas que se podían apreciar en su ideología. Como todo adelantado, por acertado que fuera en la crítica a ETA, el personaje fue silenciado para la posteridad. Algunos, pues, ya empezaban a adivinar el futuro de ETA, su problema fue el haberlo denunciado en uno de los momentos de mayor adhesión sentimental que la organización disfrutara.

Don Gregorio tenía asumido un cierto activismo frente al terrorismo quizás como gesto de responsabilidad ante el pasado. De ahí su apoyo decidido a actos de Basta Ya!, haciendo patente su presencia en el último que esta organización realizara en la Casilla de Bilbao pocos días antes a que la banda asesinara a Joseba Pagazaurtundua. Pero lo más destacable en la personalidad que nos ha dejado ha sido su compromiso político desde la racionalidad que brinda el profundo conocimiento del derecho, de la política, de la historia, de la filosofía, cualidades tan abandonadas por la política que hoy padecemos. Echaremos en falta a personas como él, pues nunca hubiera aceptado que se asesinara a Montesquieu, nunca que se dilapidara nuestra Constitución, nunca los excesos demagógicos a los que nos vemos abocados. Echaremos en falta su serenidad docta, que a su vez, con los años, ofrece bonhomía. Mi doloroso adiós. Nunca podré ya remitirle la referencia dónde aparece la cita de su amigo Norberto Bobbio sobre la crítica que éste realizara a la transferencia de educación a las autonomías españolas, pues a éste le parecía más preocupante que transferirles la hacienda. Agradecerle a Ander Landaburu la oportunidad que me diera de estar por última con él. Adiós al abogado y amigo.


Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 31/7/12