Isabel San Sebastián-ABC

  • La confesión de Yolanda Díaz añade una infamia más a las muchas que jalonan el mandato de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez y su Gabinete conocían el grave riesgo inherente a celebrar las manifestaciones del 8-M-2019, pese a lo cual las convocaron y jalearon, con las consiguientes consecuencias trágicas. La noticia no nos pilla por sorpresa. Lo sabíamos. Lo que resulta nauseabundo es que una ministra de ese Gobierno, Yolanda Díaz, confiese ahora que advirtió del peligro y fue silenciada por sus compañeros, que aceptó callar con tal de seguir en la poltrona y que tampoco se rebeló cuando empezaron a morir inocentes a millares, víctimas de un virus cuya propagación podría haberse frenado si la protección de la salud pública hubiese primado sobre la pugna entre PSOE y Podemos por hacerse con la bandera del feminismo oficial. Lo que resulta nauseabundo es que tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado pidieran el sobreseimiento de la causa abierta contra el delegado del Gobierno en Madrid por autorizar esas marchas, es de suponer que a instancias de sus superiores jerárquicos, plenamente conscientes de la temeridad que suponía otorgar ese permiso. Lo que resulta nauseabundo es que el presidente no haya dejado de ponerse medallas y declinar responsabilidades, cuando cada día es más patente su fracaso estrepitoso en la gestión de esta calamidad. Una infamia más de las muchas que jalonan su mandato.

Infamia fue ligar el destino de España a Frankenstein e infamia es encabezar los esfuerzos del monstruo por destruir nuestra nación y nuestra democracia.

Es infamia otorgar respetabilidad política a un partido heredero de una banda terrorista cuyos crímenes jamás ha condenado, y más infamia aún pactar su respaldo a los Presupuestos del Estado a cambio de votar en el Congreso contra de la moción presentada por Ciudadanos para prohibir los homenajes públicos tributados a sus sicarios. Infamia para el PSOE, que escupe así a la memoria de sus militantes asesinados por ETA, las otras víctimas de la banda y cuantos asistimos asqueados a este blanqueamiento de Bildu.

Es infamia comprar a los diputados de ERC con dinero del contribuyente hurtado a Madrid y otras comunidades, mientras se niega un millón de euros para asistencia psicológica a los afectados por el volcán de La Palma y se retrasan indefinidamente las remesas de ayuda a la isla. Infamia es impedir que los niños en Cataluña o Valencia se escolaricen en español e imponer a los navarros programación infantil en vascuence. Infamia para el PSOE, que escupe así a la Constitución y la igualdad entre los españoles.

Es infamia firmar una solicitud oficial a la Cámara para que ‘se tomen medidas’ contra algunos periodistas críticos cuyas preguntas incisivas molestan a los portavoces de la extrema izquierda y sus amigos separatistas. Infamia es pretender amordazar la libertad de prensa en nombre de una presunta ‘cordialidad’ que en realidad es sometimiento. Infamia para el PSOE, que une así sus siglas a las de los liberticidas entusiastas de la censura y escupe a su propia historia democrática.