JON JUARISTI-ABC

  • La expresión «judío nazi», lanzada por la socialista Amparo Rubiales contra Elías Bendodo, constituye un insulto antisemita sin paliativos y un clarísimo delito de odio

La expresión «judío nazi» no es muy afortunada, dice Amparo Rubiales, creyendo así reconocer que se pasó con Elías Bendodo. No, señora. No es una expresión «no muy afortunada», la litote se queda muy corta. Es un insulto antisemita y es un delito de odio.

Otra perla de la misma autora es que tal expresión era una réplica a los ataques verbales del PP a Sánchez. No lo parece. ¿Qué sentido tiene insultar al PP llamándolo «judío nazi»? No. El insulto ha sido dirigido solo contra Elías Bendodo, centrándolo en la condición de judío de este último, y es lo que lo convierte, de entrada, en un insulto judeófobo, al que la palabra «nazi», usada como adjetivo añade una clara caracterización antisemita. Para que se entienda: si Rubiales hubiera llamado a Bendodo «judío», a secas y sin venir a cuento, en una trifulca política, lo único que habría podido decirse de la desafortunada expresión es que tendría un matiz antijudío o judeófobo, al ser usada implícitamente para contraponer la condición de judío a la de español que Bendodo ostenta tan legítimamente como Rubiales (a mí, el senador Anasagasti me motejaba de «judío» o de «neojudío», un modo muy abertzale de excluirme del ‘pueblo vasco’). Al fin y al cabo, tanto Bendodo como yo somos judíos y no tratamos de ocultarlo. Pero al añadir lo de «nazi», ya no hay duda de que se trata de antisemitismo en estado puro.

Supongamos, por otra parte, que el insulto hubiera sido proferido en el contexto de una discusión oral entre Rubiales y Bendodo, una discusión que hubiera ido subiendo de tono y en la cual se le hubiera escapado a Rubiales la infortunada expresión bimembre. Teniendo en cuenta la situación en que habría sido pronunciada, la avanzada edad de la señora Rubiales, su arraigo en una cultura casticista antijudía, etcétera, se le podrían haber encontrado eximentes. Pero, ay, la escribió en un tuit, lo que supone un proceso muy consciente de elaboración mental, que lleva del hallazgo de la expresión, pasando por su valoración como suficientemente ofensiva, a su traslado a la escritura sin que medie la presencia física del insultado.

Es decir, Rubiales ha fabricado un insulto antisemita en la forma en que los ideólogos nazis elaboraban sus clisés antisemitas. ¿Quiere ello decir que Rubiales es antisemita? Por lo menos ha tenido su ‘momento antisemita’, para decirlo con una expresión afortunada del historiador Pierre Birnbaum.

Sin embargo, como las dotes intelectuales de la señora Rubiales son de sobra conocidas desde antiguo por todos los españoles, cristianos, moros y judíos, a nadie le habrá resultado verosímil que haya llegado por su cuenta a producir semejante oxímoron. Y así es: se lo ha copiado a Vladímir Putin, que no ha cesado de llamar «judío nazi» a Volodímir Zelenski, incluso desde antes de invadir Ucrania.