Intolerancia a la frustración

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • El presidente del Gobierno ha permanecido grogui durante una semana, ya veremos hasta cuándo le dura el golpe en el mentón

Ni siquiera en frío, cual caña bien tirada a la madrileña. En el sanchismo no terminan de hacer la digestión de los berberechos del 4-M, aunque la lata fuera de mejillones y Ayuso hablara de la seguridad en Correos y de aquellas balas de las que nunca más se supo. Luego se quejan de no conectar con la calle, la gran obsesión de Redondo (Iván, que no Nicolás, precisa Guerra a Bustos). Hablan en ‘politiqués’ pensando que el personal tiene las tragaderas tan anchas como los túneles de la M-30. La tolerancia a la frustración suele explicarse como un signo de madurez. No siempre ocurre, aunque debería enseñarse en las escuelas. Se aprende más cuando hay caída que con un salto hacia adelante. El presidente del Gobierno ha permanecido grogui durante una semana, ya veremos hasta cuándo le dura el golpe en el mentón. La cuesta arriba de 32 meses se irá empinando. Por una vez, y sin que sirva de precedente, la derecha llegó antes que la izquierda en la construcción de los marcos mentales, como sentencia el tercer Redondo (Javier), doctor en Políticas.

Ayuso delimitó el terreno de juego el día en que al gurú de La Moncloa se le ocurrió echar a los presidentes autonómicos del PP, empezando por el señor de Murcia. El 10 de marzo deberían descontárselo del sueldo. Sánchez y sus cientos de asesores se equivocaron hace un año cuando dieron por vencido al virus y después se lavaron las manos, al inicio de la segunda ola de la pandemia, salvo en la imposición de la alarma en Madrid para que Illa sacará pecho en Cataluña unos meses después. Por mucho que se empeñen con las vacunas -las compra Bruselas y las ponen los diecisiete sistemas sanitarios- y con los fondos europeos, que los socialdemócratas nórdicos, entre otros, no quieren soltar sin reformas de verdad en pensiones, impuestos y mercado laboral, el marco mental dominante es que el Gobierno de Sánchez-Podemos desistió y se quitó el marrón del Covid-19 de encima. Pero seguirán contra Ayuso y el libertinaje de Madrid, como los reaccionarios en la Transición.