Isla Tortuga

ABC 01/11/16
DAVID GISTAU

· Cuando Schz dijo que el PSOE debería acercarse a Podemos, conocía la afinidad de Podemos con bildutarras y Rufianes

ÉVOLE grabó su entrevista a Schz el domingo por la mañana. Es decir, después de la sesión parlamentaria del sábado, después del vapuleo sufrido por el PSOE a manos incluso de quienes pronunciaron en la cámara repugnantes discursos en los que, además de glorificar el terrorismo, ajustaron cuentas con uno de los partidos que perdió gente asesinada y contribuyó a pelear contra ETA –y no por ello asumo la digresión del GAL–. Discursos aplaudidos por Iglesias, aceptados por Podemos como parte de la excéntrica alianza tribal en la que cualquier enemigo de Roma y de su ley es acogido.

Así pues, cuando Schz dijo que el PSOE debería acercarse a Podemos, sabía todo esto. Conocía la afinidad de Podemos con bildutarras y Rufianes. Había contemplado, como pudimos hacerlo todos los demás, que en este debate de investidura terminó de consagrarse un bloque gamberro y variopinto cuyo único elemento de cohesión, además de la radicalidad ideológica y de la nostalgia de la violencia política tal y como ésta se ha manifestado en cualquier revolución, es el odio furibundo a la Constitución, al ciclo del 78 y a los consensos fundacionales a los que Zapatero ya agredió antaño. Ahí dentro quiere Schz que esté el PSOE: con gente que se ofende si le son recordados los asesinados por ETA. Schz expresó de forma explícita esta visión suya al día siguiente de que sus compañeros de partido fueran humillados por los mismos cofrades cuya compañía implora el exsecretario general. Todo esto es lo que saldrá a predicar en su cochecito de viajante.

No tengo duda alguna acerca de que Schz fue víctima de un golpe interno dado con la ayuda del gran periódico socialdemócrata y con la aprobación de empresarios. En esto estoy de acuerdo con él. Pero no por ello veo sensato que ahora aparezca en la Sexta como un exiliado que escapó por poco a la captura y encontró refugio en un santuario radical de afines. Schz parece un sátrapa depuesto que narrara lo sucedido y buscara aliados de futuro en una sórdida metrópoli ideológica: le falta pedir financiación y hombres a Podemos para armar una guerrilla que le recupere el PSOE. Partido para el cual tiene un proyecto estremecedor por más flexible que sea la etiqueta «de izquierdas» a la hora de hermanar siglas y movimientos que nada tienen en común salvo el odio al «enemigo necesario». Un proyecto que enfrenta el PSOE al ciclo del cual es un imprescindible agente hacedor, que lo anula como artífice español de la socialdemocracia europea con la cual lo emparentó González empezando por la extirpación del marxismo, que lo convierte en camarada tabernario de bildutarras y Rufianes bajo el mando cohesionador de Iglesias en Isla Tortuga. Ese PSOE de Schz traspasaría al PP, para su manejo y defensa en monopolio, todos los valores colectivos sobre los cuales nació este ciclo que nos convirtió en ciudadanos europeos y que permite a Iglesias, bildutarras y Rufianes existir sin miedo y disponer de escaños en un parlamento.