EL MUNDO – 20/07/15
· El líder del PNV reafirma en Gernika su apuesta por la nación vasca, «siete territorios con un origen común».
El PNV reafirmó ayer sus esencias nacionalistas. Lo hizo de modo solemne, con tintes épicos, y frente al símbolo de los fueros, el Árbol de Gernika ante el que juran sus cargos lehendakaris y diputados forales de Vizcaya. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en presencia del lehendakari Iñigo Urkullu y rodeado de todos los cargos institucionales del partido juró, sobre «el suelo sagrado» del centenario roble, «fidelidad a la causa del Pueblo vasco, sin anteponer jamás el interés particular al de la Patria». Fue el modo de conmemorar el 120 aniversario de su fundación a cargo de Sabino Arana, quien creó el PNV el 31 de julio de 1895 «como instrumento para la construcción y liberación nacional vasca», recordó Ortuzar.
A modo de cierre de curso y preparación para el intenso otoño que se prevé en el País Vasco en materia soberanista, el líder del PNV juró cumplir el decálogo de principios que deben guiar el camino para la consecución de la nación vasca. El primer punto reafirma que Euskadi «es nuestra Patria». Un «Pueblo» integrado por «siete territorios» –las tres provincias vascas, Navarra y el País vascofrancés– que conforman la «Nación» vasca. Ortuzar puntualizó que «este pequeño país» no pretende ser «ni mejor ni peor que los demás», sólo «amar lo que somos sin repudiar lo que no somos».
El solemne juramento que el PNV escenificó ayer llama a que el euskera sea la lengua «de nuestro pueblo» y que su recuperación se convierta en «una absoluta prioridad». También subraya que en el «proyecto nacional» que impulsará el PNV sólo cabe «la libre adhesión, la libertad y la justicia social». Defienden que la dignidad de todos los pueblos sea la misma y que «ni una sola causa política pueda situarse por encima de los principios básicos de la ética y el respeto a los Derechos Humanos».
Un compromiso que incluso apela a la necesidad de «preservar el entorno natural» que ha dado cobijo «durante siglos» o a concebir la búsqueda de esa patria vasca como «el derecho a la felicidad de los vascos».
Ortuzar concluyó su juramento afirmando que «la guarda» de su contenido ha costado «sangre, destierro y cárcel» a cientos de personas, por lo que se comprometen a salvaguardarlo «por encima de nuestras circunstancias individuales y de los avatares de los tiempos».