La atomización política augura la difícil gobernabilidad en Cataluña

ABC 05/07/15

· Si hay elecciones el 27-S, hasta ocho grupos podrían tener representación

Ante lo que se intuye como un periodo de fragmentación política en Cataluña en la próxima legislatura, la comparación con el Parlamento italiano ha sido recurrente en medios periodísticos. La separación nada amistosa de la federación nacionalista CiU (partida entre CDC y UDC), la irrupción de Podemos (que aglutinaría en cambio a ICV) y la consolidación de formaciones como la CUP auguran que el Parlamento catalán que surja de las autonómicas del 27 de septiembre estará, si cabe, aún más atomizado que el actual.

De los siete grupos de la presente legislatura, hasta ocho si se considera –y así lo anticipan las encuestas más recientes– que Unió Democràtica, el partido que presentará a Ramon Espadaler de candidato, podría obtener hasta siete diputados.

El ejemplo de la Knéset israelí
La variedad y número de formaciones hacen casi inevitable el titular «parlamento a la italiana», aunque las peculiaridades del sistema político catalán hacen que, propiamente, la comparación más adecuada sea con la Knéset, el parlamento israelí. La superposición del tradicional eje ideológico izquierda-derecha al que en Cataluña es, de manera cada vez más clara, un vector político, el eje independentismo-constitucionalismo, hacen que la Cámara catalana pueda acabar pareciéndose más bien al parlamento hebreo, donde la cuestión territorial, por así decirlo, es tan relevante.

Con diez grupos en una cámara de 120 diputados, la Knéset y el sistema de partidos en Israel suman sin embargo otra peculiaridad, el factor religioso, algo que en Cataluña –para bien, se diría– no sucede. La tradicional fascinación que el nacionalismo catalán ha sentido con respecto a Israel –desde Jordi Pujol a Artur Mas– puede acabar trasladándose a un Parlamento autonómico que en la próxima legislatura, al menos así lo plantean los partidos soberanistas, se ha marcado como objetivo nada menos que declarar la independencia.

Los diez partidos actuales del parlamento israelí –una de las legislaturas sin embargo con menos formaciones representadas– son apenas dos más de los que pueden acabar entrando en la cámara catalana. Aunque eso, también en paralelo con la a veces incomprensible política israelí puede cambiar si acaba fraguando –ahora parece improbable– el frente único soberanista por el que aboga Mas. Ahora mismo, los sondeos más recien-

tes, incluido el del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat, pronostican varias tendencias decisivas para la configuración de la cámara: por un lado, un empate entre CiU y ERC (con tendencia al alza los primeros y a la baja los segundos) y, por otro, la posibilidad de que la suma de Podemos e ICV (repitiendo en Cataluña el modelo Ada Colau que ganó en Barcelona) pueda acabar siendo la primera fuerza.

Ciudadanos, PSC y PP
De igual manera, y en una tendencia que se consolida tras las últimas elecciones europeas y las municipales de mayo, el desplome del PSC (aunque el último CEO señala un repunte) junto a la consolidación de Ciudadanos como primer partido constitucionalista, un crecimiento que se sustena en buena parte sobre el PP, en caída libre. Finalmente, el nuevo Parlamento catalán vería la solidificación del independentismo anticapitalista de la CUP (por encima de los diez diputados) y la novedad de UDC (hasta siete según el sondeo que publicó «El Periódico»).

Con el bloque soberanista (CiUERC y CUP) previsiblemente por debajo de los 68 diputados que representan la mayoría absoluta, el independentismo está perdiendo fuelle, o como dijo el presidente Mas, le falta el turbo. Así lo confirmó el sondeo del CEO publicado el viernes. Más que nunca, y como sucede en la Knéset israelí, los distintos ejes políticos que marcan la política en Cataluña –el ideológico y el nacional– se superponen, componiendo un cuadro de imposible lectura.