La débil fortaleza del PNV

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 31/08/14

· Los jeltzales están obligados a ser generosos con el PSE de Mendia para evitar problemas a Urkullu. Eso, si Escocia no altera el guión.

· El pacto de estabilidad con los socialistas ha evitado al Gobierno vasco los sobresaltos que hubo al inicio de la legislatura Mendia debe desvelar ahora si acepta la mano tendida por Ortuzar.

Euskadi arranca curso político tras las vacaciones estivales y lo hace en un clima de cierta provisionalidad. ¿‘Culpable’? El referéndum del próximo 18 de septiembre en el que los escoceses deben decidir si quieren seguir formando parte del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte o si por el contrario optan por recuperar la independencia de que disfrutaron durante cientos de años.

Los partidos vascos, con el PNV a la cabeza, han empezado a deslizar esta semana sus intenciones para la rentré, sin olvidarse Escocia, claro. Y es que la decisión de Londres de pactar con Edimburgo la celebración y los términos de la consulta ha pasado a convertirse en el nuevo referente para el mundo abertzale, como en su día lo fue Quebec.

En principio, casi todo el mundo concede credibilidad a las encuestas que vaticinan la victoria del ‘no’, aunque cada vez por un margen más estrecho. Pero el sentimiento nacionalista lleva a los jeltzales, como a los simpatizantes, militantes y dirigentes de otras fuerzas abertzales, a confiar en que otra vez salte a sorpresa y se imponga la apuesta secesionista de Alex Salmond.

Con estas cautelas, no precisamente menores, las dos cabezas visibles del primer partido vasco, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el lehendakari Iñigo Urkullu han avanzado esta semana su guión para el nuevo periodo de sesiones. No hay especiales sorpresas.

Registro moderado

Ajuria Enea y Sabin Etxea seguirán trabajando por el derecho a decidir, pero en lo inmediato apuestan por un registro moderado. Un sendero absolutamente alejado del desafío soberanista catalán. Por más que guardarán las formas y el propio Ortuzar volverá a viajar a Barcelona para participar en los actos oficiales de la Diada, no en la marcha organizada por la Asamblea Nacional Catalana, que seguro que sí cuenta con otros conocidos rostros del PNV y una nutrida delegación de EH Bildu.

Camino del ecuador de la legislatura, el PNV y el Ejecutivo de Urkullu se han acostumbrado a vivir sin los sobresaltos parlamentarios que caracterizaron el arranque del cuatrienio. Sobresaltos que llevaron a los peneuvistas a sopesar la disolución de la Cámara de Vitoria y la convocatoria de nuevas elecciones anticipadas a ver si los números resultaban más generosos para sus intereses.

Semejante clima ha sido posible gracias al pacto de estabilidad que nacionalistas y socialistas rubricaron en la Lehendakaritza en septiembre pasado. Un PSE en caída libre –que aún no se ha detenido, como se acaba de ver en las europeas–, con el menor poder institucional de su historia, optaba por renunciar a continuar década y media de confrontación de bloques con el nacionalismo.

¿Las razones? Unir esfuerzos para salir de la crisis aminorando las sacrificios sociales, sí. Pero, sobre todo, abrir una línea de acuerdo con el primer partido del país que podría ayudarles a mejorar posiciones tras las eleciones municipales y forales del próximo año.

Pero llegaron las europeas, el tortazo del bipartidismo, la irrupción de Podemos y las dimisiones en cadena en el socialismo español. Aquí Patxi López cederá su puesto a Idoia Mendia el fin de semana del 20 y 21.

Si Escocia no obliga a reescribir los guiones, la primera mujer en liderar el PSE desvelará ante los suyos sus planes. Entre ellos, si acepta o no la oferta de mano tendida que le han lanzado esta semana, primero Urkullu y luego Ortuzar, para mantener el pacto de estabilidad hasta final de legislatura.

Antes de las vacaciones se respiraba intranquilidad en Sabin Etxea. Las aguas parecen haber ido remansándose y hoy existe confianza en que los socialistas no suelten amarras y opten por volver a la confrontación. No al menos al punto de colocar otra vez al Gobierno de Urkullu a los pies de los caballos sumando derrotas semana tras semana en el Parlamento.

El precio

Claro que eso tiene un precio y el PNV lo sabe. La factura implica mover ficha en cuestiones como la Ley Municipal y tragar las tesis socialistas, aunque ello ponga en evidencia las posiciones que históricamente ha defendido, por ejemplo, el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao. O tener que aceptar que los socialistas hagan la goma y marquen distancias con los jeltzales cuando convenga a sus intereses, como hicieron antes de las vacaciones con los escándalos Epsilon e Hiriko, de forma absolutamente moderada.

El PSE reexaminará su delicadísimo momento, verá qué oferta el PNV, sabrá si Rajoy cambia la ley e impone la elección como alcalde del cabeza de la lista más votada torpedeando así eventuales pactos y decidirá. La estabilidad del Gobierno de Urkullu está en sus manos. No se vislumbran en el horizontes fórmulas alternativas. Salvo, claro, que Escocia invite a ensayos que hoy por hoy no figuran en el guión de lo probable para el futuro inmediato.

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 31/08/14