ABC-LUIS VENTOSO

Informes policiales filtrados para salvar la cara del ministro del Interior

EL sábado, a las puertas de la manifestación del Orgullo Gay, el ministro del Interior, el juez Fernando Grande-Marlaska, de 56 años, recibió al colectivo LGTBI del PSOE. Marlaska, que comparte su opción sexual, se dejó llevar por la emotividad y denunció que Ciudadanos participaba en la cita solo para «lavarse la cara» y que su relación con Vox debería tener «consecuencias». Con sus imprudentes palabras, inadmisibles dado su cargo, el responsable del orden público ponía en la diana a los representantes de CS que esa misma tarde acudían a la manifestación. Las «consecuencias» que pedía el ministro llegaron enseguida. Los políticos marcados fueron insultados, les lanzaron líquidos y objetos, les cerraron el paso y al final tuvieron que marcharse protegidos por una nube de policías. Sufrieron un bronco acoso, cuando habían acudido allí para apoyar los derechos de los homosexuales. Tras lo sucedido, Inés Arrimadas, que padeció las vejaciones, exigió la dimisión de Marlaska.

En medio de la polémica, el periódico más próximo al PSOE publicó ayer un supuesto informe de la Policía Nacional, oportunamente filtrado, que minimiza el incidente. Bajo el titular «Un informe policial contradice la versión de Ciudadanos sobre los actos del Orgullo», se asegura que «no hay constancia de agresiones físicas», y que solo hubo –¡solo!– insultos, salpicaduras y «el lanzamiento aislado de algún objeto no peligroso». Sindicatos policiales contradicen esa versión y aseguran que fueron agredidos seis agentes que protegían a Arrimadas y sus compañeros.

Una vez más, estamos ante un desprecio del Gobierno de Sánchez a las buenas prácticas democráticas. Aunque en nuestra degradada vida pública parece que ya todo vale, lo ocurrido es grave: el ministro del Interior señala a un partido rival, que sufre como consecuencia acoso e insultos; y cuando los agredidos piden la dimisión de Marlaska, se filtra al periódico más afín al Gobierno un informe policial a la carta en auxilio del ministro. ¿Queremos una democracia donde el responsable de protegernos espolea el acoso callejero a sus adversarios? ¿Queremos una democracia donde el ministro del Interior utiliza a la Policía para tratar de enjugar sus patinazos políticos?

Lo sucedido es impropio de un Estado de derecho. Lo peor del sanchismo es que ha deteriorado las prácticas saludables que engrasan toda democracia y ha instaurado la mentira como treta aceptable. Tenemos como presidente a una persona que hacía comparaciones con Alemania para advertir que allí los plagiarios dimitían al instante, pero que cuando fue descubierto en plagio flagrante por este periódico no solo no dimitió, sino que amenazó con demandas judiciales que nunca llegaron y ordenó a la Oficina de Prensa de La Moncloa emitir un comunicado falsario sobre supuestos test exculpatorios del plagio, luego desmentidos. La democracia de Sánchez.

Marlaska, que fue un juez ejemplar contra ETA, debería buscar en su conciencia un rescoldo de dignidad y como mínimo pedir disculpas, en lugar de enredar con filtraciones para tratar de justificar lo injustificable.