TONIA ETXARRI-EL CORREO

Un acoso sin límite. Eso es lo que está padeciendo el Estado por parte de los independentistas. Sánchez ha preferido sacrificar la imagen del CNI, humillando a la jefa de los servicios de información con su cese fulminante para amarrarse a sus socios. Los de ERC, que tienen tomada la medida al presidente más debilitado de nuestra democracia. El cese injustificado e inexplicado de la directora del CNI, que se suma a la larga lista de juguetes rotos de los que se sirvió Sánchez en su momento y que ahora pululan por el cementerio de los agraviados, figura en la mesa de los trofeos de los independentistas.

Son quienes fijan las reglas del juego. Los condenados por sedición y posteriormente indultados han puesto en marcha el ventilador contra una de las pocas instituciones del Estado que quedaban por contaminar: el Centro Nacional de Inteligencia. Pero el diagnóstico de la situación se podría resumir en un titular tan lacónico como contundente: no tendrán suficiente.

Ya ha marcado el rumbo el condenado/indultado Oriol Junqueras, como si tuviera una vicepresidencia telemática en La Moncloa: «Que no se repita», le ha advertido al presidente del Gobierno. ¿Pero esto no debería ir al revés? Los condenados que dijeron que lo volverían a hacer ahora se permiten poner los deberes al presidente del Gobierno. ¿Qué quiere Junqueras? Si la directora del CNI ha sido cesada por haber cumplido con sus funciones, ¿que su sustituta deje de espiar a los sospechosos? ¿Qué tendría que hacer, en esta segunda fase, un Estado y un Gobierno cuando alguien vulnere la Constitución, declare la independencia saltándose la legalidad y mantenga relaciones con dirigentes de un país que está invadiendo Ucrania? Preguntas de la ministra Robles cuando defendía a muerte a la misma funcionaria a la que cesó para las que, seguramente, ahora no tendrá respuesta. Si se agita el CNI por unas escuchas legales, ¿qué hacer con el Rey de Marruecos si se confirma que espió al Gobierno español?

La demolición del entramado constitucional sigue la hoja de ruta trazada por los independentistas. Se van deteriorando las instituciones: la Fiscalía General del Estado, el Parlamento, el Tribunal de Cuentas… y se ha quebrado la confianza debida entre el Gobierno y el CNI por necesidad del desesperado Sánchez. Ayer, un Edmundo Bal (Cs) elocuente y dolido, recordó al presidente cómo se suele quitar de en medio a los servidores públicos incómodos, como hicieron con él cuando le cesaron como abogado del Estado porque se había negado a manipular la ley en beneficio de los que dieron un golpe a la Constitución.

El presidente del PP, Feijóo, ya se ha guardado su guante para llamar a Sánchez «caricatura de presidente». En cuestión de un mes se celebrará la cumbre de la OTAN en Madrid. Después ya veremos qué pasa con Margarita Robles. ¿Qué puede salir mal? Que tengamos que pasar veinte meses más con un Gobierno rehén de sus insaciables carceleros. Nada les parecerá suficiente.