IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El encuentro empresarial celebrado ayer dentro de la asamblea anual de Cebek fue uno de los más interesantes que recuerdo. En la primera parte hubo un intenso debate entre el petróleo y la electricidad, representados por Josu Jon Imaz, que estuvo inmenso, y Armando Martínez, de Iberdrola. Hubo puntos de coincidencia, pero también sonoras discrepancias. Ambos están de acuerdo en la necesidad de reducir las emisiones y cuidar el medio ambiente. Pero mientras el segundo lamentó que se pusieran en cuestión los objetivos a alcanzar, cada vez que como ahora surgen dificultades, el primero abogó por la necesidad de ‘repensar’ la transición energética, una vez constatado que avanzamos por un camino plagado de errores y con escasos resultados. Enfatizó el hecho de que los graves problemas de precios no surgen con la guerra y son anteriores a ella.

Opinó que era necesario centrarse en tres objetivos: asegurar el suministro de gas y petróleo, proporcionarlos a los consumidores a precios competitivos e imponer algún tipo de ajuste en frontera que garantice la igualdad de condiciones entre la industria europea y la de los países que, como China, no son tan respetuosos con el medio ambiente. Dijo cosas sorprendentes, como que penalizar al gas es un desastre medioambiental. Dio datos: un coche eléctrico emite más CO2 a lo largo de su vida (incluyendo construcción y uso) que uno de combustión. También aseguró que solo la industria china del acero y el cemento emiten más CO2 que toda Europa junta.

El debate entre ambos facilitó el trabajo de la consejera Arantxa Tapia, que volvió a recordar su acertada tesis de que no deberíamos permitirnos el lujo de no investigar los recursos que tenemos en el subsuelo. Como estoy seguro de que esa evidencia la compartía el auditorio, debería tratar de convencer al Parlamento vasco. Una tarea de titanes que merece la pena acometer pronto. También abrió el muy interesante debate sobre los cambios que se vayan a producir en el proceso de globalización y la oportunidad que nos abre de repatriar producciones que se alejaron.

Luego, en la parte política, Unai Rementeria hizo un esfuerzo de acercamiento al sector empresarial, a quien calificó como el motor de la sociedad y prometió trabajar junto a él para incrementar la actividad y el empleo, como garantía de sostenibilidad de las políticas públicas de gasto. Por su parte, el lehendakari perdió la ocasión de desinflar el globo montado tras las críticas realizadas a la situación actual y se centró en mostrar las heridas personales que le han causado y en resaltar lo injustas que le parecen.