Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • Los cuatro premiados representan a lo mejor de nuestra industria, que es lo mejor de nuestro sistema económico

Después de siete años de existencia, los Premios ‘Euskadi Avanza’ que concede EL CORREO junto con el Banco Sabadell se han convertido en la gran fiesta de la empresa vasca. Este año, los cuatro premiados representan a lo mejor de nuestra industria, que es lo mejor de nuestro sistema económico y reflejan perfectamente su enorme variedad. La empresa Emen4Sport es una empresa joven que busca su hueco en la profesionalización de un valor en alza en la sociedad como es el deporte. Tanto en su versión profesional y de élite como en la de los miles de aficionados que se han lanzado a los gimnasios, las carreteras y los terrenos de juego dispuestos a mejorar su salud y a recrear su espíritu. Dado el furor atlético que nos aqueja no será difícil que triunfe. Desde luego no le faltará demanda y su apuesta por la tecnología refuerza su futuro.

El segundo premiado fue Herdit, la típica pyme industrial vasca. Nacida gracias al empuje personal de un emprendedor en un sector que es tradicional, como la calderería, y a la vez, convertido hoy en moderno por su gran aporte tecnológico configurado a base de riesgos asumidos, esfuerzo inversor, constancia comercial y orden financiero. Su actual directora general, Marta Barredo, hija del fundador, asume los principios fundacionales y garantiza su pervivencia. Habló de las dificultades existentes para captar talento y propuso dignificar la Formación Profesional como medio para solucionar esa grave carencia. Navegan sin complejos por el difícil e internacionalizado mundo del ferrocarril que les obliga a incorporar las nuevas tecnologías al elevado ritmo que marca su evolución. Su sector atrae inversiones de cuantía, al ser una prioridad, en todos aquellos países que conciben las infraestructuras viarias como un eje vertebrador a cuyo alrededor se esparce su desarrollo.

El tercero, Iñaki López Gandásegui es un empresario emergente, pero muy consolidado, que procede del mundo ejecutivo, en donde alcanzó puestos de gran relevancia y desde el que dio el salto a la propiedad de una empresa que es hoy líder en el mundo de los componentes del sector aeronáutico, un mundo de gigantes en el que se ha instalado con holgura y eficacia. López Gandásegui es un ejemplo de la fortaleza que supone aunar el conocimiento técnico con la habilidad gestora. Como dijo en la recogida del premio, su sector es un paradigma de crecimiento moderado, pero estable, que sufrió una enorme sacudida con la aparición del covid-19 que nos confinó en tierra y sin poder volar. Sin embargo, se ha recompuesto, ha recuperado su volumen en los aviones de corto recorrido y está a punto de recuperarlo en de los largos trayectos. Recordó la importancia de la empresa y de los empresarios como generadores de empleo y riqueza, sin los cuales sería imposible sostener el elevado nivel de gasto social que nos hemos concedido y queremos mantener.

Por último, habrá pocas empresas que representen mejor el espíritu empresarial vasco que Arteche, el cuarto premiado. Nacida en Bilbao, hace casi 80 años, la tercera generación mantiene vivo el espíritu del famosísimo Don Aurelio y gestiona hoy una empresa que hace años traspasó las fronteras del País Vasco y se expande hoy por todo el mundo. Inserta en un sector en crecimiento, gracias al tirón de la electrificación que se deriva de la transformación energética en curso. Continúa viva, con espíritu joven, y mantiene su esencia de apego al terreno en el que creció y desde el que hoy brilla. En su discurso reconoció la importancia de contar en Euskadi con empresas tractoras que no solo garantizan un nivel elevado de demanda, sino que apoyan en el desarrollo de la tecnología y amparan y protegen a las industrias auxiliares en sus salidas internacionales.

El acto lo cerró la consejera Tapia, cuyo aliento, reconocimiento y apoyo nunca les ha faltado a las empresas, a pesar de todos los ‘condicionantes’ que impone una política local demasiado dependiente de partidos que observan la actividad empresarial desde la sospecha, cuando no desde la animadversión. Calificó de héroes a los empresarios, probablemente imbuida del espíritu ‘preelectoral’ pero es cierto que, si se marcha tras las elecciones, la echaremos en falta.

Hizo un pronóstico esperanzador de cara al año que iniciamos. No ocultó las incertidumbres que nos acompañan, pero trasladó una visión razonablemente optimista del sentir de los diversos clusters desplegados por la economía vasca. Puso en valor los avances registrados en la internacionalización y en la incorporación del I+D pero, para completar el escenario, le faltó hablar de la escasa dimensión de la empresa vasca. Una limitación que nos acompaña desde hace demasiadas décadas y una asignatura pendiente cuyo aprobado no es responsabilidad suya, sino de los asistentes al acto de ayer.

En resumen, un acto de homenaje, quizá de autohomenaje, pero necesario y conveniente.