RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 23/01/16
Acertó ayer Rajoy. Por la mañana Pablo Iglesias hizo un embate al PSOE y lo único que supo replicarle Sánchez fue que «nuestros votantes no entenderían que no nos pongamos de acuerdo». Llega el candidato que ha quedado tercero y se pone a repartir carteras y el hombre que hasta ahora había demostrado que su único afán es ser presidente del Gobierno a cualquier precio se encontró sin respuesta adecuada. Hasta un socialista con galones, como Alfredo Pérez Rubalcaba, reconoció que la iniciativa de Iglesias era humillante para el Partido Socialista.
Sánchez tuvo la ocurrencia de proponer un programa basado en «ocho ejes» que no tenían desperdicio: «Una recuperación económica justa», supongo que porque el PP la quería injusta; «un pacto educativo que suprima la LOMCE», pacto que negó cuando se lo ofreció el PP; «recuperar el Estado de Bienestar» cuando España tiene uno de los estados de bienestar más amplios de Occidente; «garantizar el Pacto de Toledo» como si el PP quisiera hundirlo; «un pacto para regenerar la vida democrática» porque va a ser que él no va a llegar al poder por vías democráticas; «un pacto contra la violencia de género» por la que el PP no debe haber hecho nada en cuatro años; «un impulso a la construcción europea», pero suponemos que de una Europa diferente a la que se dieron los europeos en las elecciones de 2014, porque los resultados electorales no siempre son lo suficientemente «democráticos» para Sánchez y «una reforma constitucional» que hasta ahora era una prioridad y ayer Sánchez anunció como última de sus ocho prioridades. Y lo hizo así porque esa filfa de «ocho ejes» no puede ser rematada con una reforma constitucional sin que esa reforma la respalde el primer partido de la Cámara Baja y el que tiene la mayoría absoluta en el Senado. Que resulta que es el Partido Popular (con perdón).
Ante la evidencia de que Sánchez e Iglesias habían entrado en fase de negociación, con una mayoría de escaños sobre el PP, Rajoy hizo anoche lo único sensato: paso atrás y que la alta dirección del PSOE el próximo 30 de enero tenga que ratificar la entrega del partido a Podemos y a las fuerzas independentistas que quieren romper España. El empeño de Sánchez porque Rajoy se sometiese esta próxima semana a la investidura pretendía que el propio Sánchez pudiese comparecer ante los suyos el día 30 haciendo inevitable el respaldo de su comité federal ante la derrota de Rajoy. Ahora tiene que justificar por adelantado que el PSOE dé el paso suicida para la organización, de unirse con formaciones con las que ideológicamente no comparte elementos tan básicos como entender qué es España.
Intentando demostrar control del escenario, Pablo Iglesias apareció ayer en el Palacio de la Zarzuela vestido de camarero en fanea de recoger el restaurante. Ya sin chaqueta ni corbata de lazo, pero con la camisa blanca remangada. Cualquier cosa menos demostrar con su indumentaria el más mínimo respeto al jefe del Estado que nos representa a todos los españoles.
Y a continuación demostró su apego por la casta, repartiéndose las carteras a las que sólo le faltó poner nombres propios: Defensa para el general de Zapatero, economía para la millonaria Bescansa… Una cosa dejó bien clara: las lecciones que él y los suyos enseñaron a Chávez se las aplica a sí mismo. Pide los ministerios de Defensa, Interior y el CNI, los elementos con los que Chávez impuso la revolución bolivariana. Ahora, que decida el PSOE.
RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 23/01/16